jueves, 13 de abril de 2017

María Coronado




LAS HORAS DEL TIEMPO


Aún percibo en tu mirada el esplendor de antaño
y la belleza de las flores
que nunca se marchitarán en tus pensamientos.
Aún percibo la luz del crepúsculo,
que aletea entre los resquicios de la eternidad,
y que alumbra la senectud de las horas
que, lentamente, fenecen en la hierba.
Esplendor en tu mirada,
añorada juventud,
que grita a la muerte sus anhelos de vivir;
y aunque la penumbra repte por tu álgida estancia,
sé que las estrellas no se astillarán esta noche en el firmamento.
No. Son las horas del tiempo las que adormecen al destino,
las infames horas que, envueltas en nubes rojas, silencian tu boca;
y como un rumor de espuma coronan tu pecho.
Infinitas horas… Lágrimas que lloraré por ti.



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