lunes, 2 de enero de 2017

José Luis Tobalina Cuerda




Nada conozco más hermoso que la violencia de tus ingles y sus secretos.
Cobijados entre ellas, el calor,
el olor y
las pasiones
justifican, construyen y me enmudecen.
Resucitada la carne, mis dedos
las recorren,
las circundan,
galopan poseídos por una furia ancestral
cargada de matices y sueños navegables.
Al final del viaje hay un espacio luminoso,
una certeza llena de razones,
el dictado trascendente del tiempo,
alguna que otra derrota,
un oasis de silencio compartido…
y la vida en actitud de latido.







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