martes, 23 de julio de 2024

Óskar Rodrigáñez Flores

 


SIN TUS LÁGRIMAS


Escucho tu voz peregrina en el silencio
cuando recibes flores,
timbales son tus sonidos
alegres,
alborotados,
pasionales.
Fe perdida en los insomnios,
en el crucifijo donde sueles
apagar tu tristeza.
Sigo escuchando tu voz,
pero al final de este camino
no quiero ser tus lágrimas.


"Antología Ciudad de Cabra 2018"
Derechos de autor reservados

lunes, 22 de julio de 2024

Cristina Liso Aldaz



SI YO FUERA UN ÁRBOL


Si yo fuera un árbol
sería un manzano
con frutos escondidos
entre hojas de pequeñas ramas.
Me gustaría estar
en la esquina más luminosa
de la huerta.
Ver la transparencia del agua
serpenteando
sobre la tierra
mientras trabajas con la azada.
Y aprendería a morir
como el manzano aprende
desde que es una pequeña semilla.

Endre Ady

 


París

IBA EL OTOÑO POR PARÍS


Furtivo llegó ayer a París el otoño,
por el bulevar San Miguel iba sin ruido,
en la plena canícula, bajo sombreadas frondas
se tropezó conmigo.
Estaba caminando yo hacia el Sena y ardían
pequeños cantos-ramas-secas dentro de mí:
humeantes y raros y tristes y purpúreos,
de lo que he de morir.
Llegó hasta mí el otoño, me dijo algo al oído,
por ello el bulevar San Miguel se estremeció,
zum, zum: revoloteaban a lo largo del camino
hojas de aire burlón.
Un minuto: el verano ni siquiera un suspiro
dio y riendo huyó el otoño de París sin demora.
Estuvo aquí, que anduvo por aquí lo sé yo solo
bajo gimientes frondas.

Ramón Llanes Domínguez

 


AMIGO MUNDO


Amigo mundo
te cambio tu fusil por estos versos,
te cambio tu almanaque de terror
por la ternura de cualquiera de mis besos,
te cambio tu metralla y tu valor
por una tarde de lluvia en la ventana de mi pueblo,
te cambio el malestar de tu misión
por la paz que se cuida en mi respeto.
Amigo mundo,
te cambio tus bombas de combate, tu camión,
tu uniforme, tu trinchera, tu bastón,
por la concordia cálida de mis credos,
te cambio todo el hambre de tu sinrazón
por un rato de música, por un silencio,
por una melodía en do menor
que cantamos todos aquí al estar contentos,
te cambio tu himno por mi canción
o tu escopeta de matar por mi cuaderno
donde escribo de mi y de los nuestros,
te cambio tu odio y tu aspecto de invasor
por la mejor historia de los hombres buenos,
te cambio tu discordia por mi pasión
y tus guerras te cambio por mi afecto,
te cambio las desigualdades, te cambio tu decisión
de proteger menos a los más honestos,
de descuidar tanto al corazón,
de fomentar la miseria, de desterrar lo cierto,
de consentir a capricho que el error
sea la bandera más insultante de este tiempo.
Amigo mundo,
te invito a un minuto de Paz y otro de amor
y si me aceptas, mi alma entera te la entrego
para que con ella cambies siempre de opinión
y contigo todas las esperanzas alcancemos
y esta utopía posible tendrá el color
del sentido más humano de todo nuestro universo.

Susana Thénon



En todo instante
se renueva
la fugaz memoria de los espejos,
el perfil hosco de los cuerpos oxidados,
el andamiaje de palabras
no habitadas por manos
o por bocas oscuras.
El tiempo arruga los caminos,
borra las miradas lejanas,
va encendiendo la muerte en los rincones.
Y cómo no saber esto:
llegará un minuto vacío
que añore nuestros rostros.

Miguel Hernández



A MI HIJO


Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.
Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tiera, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.
Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.
Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.
Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.
El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reír, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.
Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.
Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.
Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.
Verde, rojo, moreno; verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.
Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mia,
la noche continúa cayendo desolada.

sábado, 20 de julio de 2024

Carmen Castejón Cabeceira

 


Nos estamos dañando,
ya hemos adoptado esta costumbre
de rasgarnos un poco por minuto.
El transcurso del tiempo no perdona,
nos hacemos muy viejos esperando
algún cambio sin grito de agonía.
Hay nubes en el techo de la casa,
el riego de las plantas es continuo por lloros.
Y ese olor a impotencia se ha instalado
precediendo a las búsquedas nocturnas.
Nos estamos dañando,
quizás esto ya sea una costumbre
pero estamos los dos
con este mar de fondo a la deriva,
tentando a ese animal que ambos somos
y está siempre al acecho con sus uñas.
Tan distante de mi y yo tan sola,
en este laberinto de mi mente
simétrico a tu espíritu,
por eso aún no he perdido la esperanza
de que sepas un poco que te quiero