lunes, 27 de marzo de 2017

María Coronado



MARIPOSAS BLANCAS

“La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos. Juan Ramón Jiménez”.



“Mira, Platero, mira las nubes que cabalgan por el cielo… son de algodón, como tú”, susurran las mariposas que revolotean alrededor del gran pino. Las contemplo, embelesado, mientras estas trotan y se llevan sus gotas de agua a otro lugar. Mis amigas me vuelven a llamar la atención, agitando sus blancas alas, que tiemblan cuando la brisa las acaricia. “Son como pétalos que vuelan…”, pienso, envuelto en la inocencia que siembran por los cielos de Moguer. Él también las observa. El tiempo y los versos que pulsan por sus venas se encadenan a mi espacio… Sin embargo, mi compañero de juegos y travesuras ya no es un niño, ahora se pasa las horas escribiendo, reviviendo los recuerdos de antaño, asomándose a la ventana de la memoria. Él dice que me hará inmortal. ¿Inmortal? ¿Qué significará esa palabra para los humanos? Para mí, la inmortalidad es percibir el aroma de las rosas que nacen en Fuentepiña y ver los atardeceres que se funden en un abrazo de color violeta con el mar, o vislumbrar el arco iris de la vida que rezuma por todas partes, o sentir el olor de la primavera que renace con el vuelo de las mariposas. Estas son la luz del Universo, mi universo, aunque este solo se encuentre ya en una vieja sepultura repleta de lirios amarillos.





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