lunes, 19 de marzo de 2018

Laura Gutiérrez Cortès






Tus silencios descansan,
en el manantial dorado de mi espalda.
En el susurro frágil de un beso,
nuestros porqués desaparecen callados.

Las cordilleras halagan el caminar de tus dedos hasta llegar a la cumbre,
y en la distancia entre la oscuridad y la luz eterna, mi cielo despejado,
se abre hacia tu infinito.

No hay majestad divina,
que frene ésta pasión en plena hoguera, ni demonios blasfemos, que critiquen a escondidas.

En la marea de nuestras sábanas revueltas, queda la espuma de dos cuerpos moribundos de amor.
La orilla vuelve a ser del mar...
- Y ahora duerme-


Imagen de la red.




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