sábado, 16 de junio de 2018

Miguel Fajardo Korea







Tierra investida de misterio
A Mauricio González Velásquez,
con fraternidad latinoamericanista
Pienso en Centoil, dios
chorotega del maíz,
en Agilomen, elote
en el abrazo del corazón
Chorotega: el hombre que corre,
que huye.
Nicoatl, nicho de culebra;
Nicoa, cacique contra
el tiempo, siempre vivo,
en el gran templo de Nacaome.
Pienso en los cuatro mundos
chorotegas, en los puntos cardinales,
su memoria, papaturro morado,
en el pachamama, su tierra investida
de misterio, su lugar del sueño,
su fuente de vida,
sus ritos de luz y oscuridad.
Me pienso chorotega,
invoco su sangre
Nonan –madre-; Babu –padre-.
El arpón chorotega de la herida,
cántico en el sol,
la Gran Nicoya emplumada…

Imágen de Isidoro Beltrán Sánchez

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