Alguien abre una puerta y recibe el amor en carne viva. Alguien dormido a ciegas, a sordas, a sabiendas, encuentra entre su sueño, centelleante, un signo rastreado en vano en la vigilia. Entre desconocidas calles iba, bajo cielos de luz inesperada. Miró, vio el mar y tuvo a quién mostrarlo. Esperábamos algo: y bajó la alegría, como una escala prevenida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario