martes, 8 de octubre de 2019

Jose Angel Garrido Cárdeno





Hace justo un año que recuperé las botas, esas de “caminar hacia delante”.
Llegué con mi miedo entreabierto, con el deseo de plantar esperanzas y la timidez de no remover demasiado la tierra.
Encontré expresiones de ojos que florecen desde las mismísimas arterias. Mareas altas que garantizan una red repleta de pequeñas cosas y mareas bajas que te rompen los brazos de nadar a contracorriente.
Un año después, la niebla matutina me recuerda lo vulnerable que se puede ser en una curva, que detrás hay piedras que no viven y hacen ilegible el camino.
Pero sin temor, porque desde hace tiempo, y gracias a ELLAS, he dejado de ser un inesperado huésped con las botas gastadas, para dejarlas cada noche en la puerta de mi hogar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario