Aquellos dedos tuyos... Aquellos dedos tuyos, dormidos como en lana, urdían la caricia y sus efectos. ¡Tocar era tan fácil y tanto me abrigaba desnudar esos dedos para tejer muñecos temporales! Ahora tejo tu sombra, que no es poco tejer cuando se ha amado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario