domingo, 5 de abril de 2020

Pablo Mora

                    Para qué la poesía







Para sentir junto con los otros

La tarea del poeta consiste en una investigación continua desarrollada en dos planos: el del conocimiento lo más completo de cada aspecto de la realidad, en confrontación con la sensibilidad del poeta mismo y su weltanshauung o modo de interpretarla y de transformarla, y el de la expresión o creación propiamente dicha, la que antes no existía: la poesía per se, la novedad, la invención. Nace, así, el evento poético, que indaga sobre la vida, sus fases, sus afectos, problemas, relaciones, todo lo que envuelve y mancomuna a los hombres en el gran misterio de la vida: la solidaridad, la amistad y la igualdad humanas.
"Es muy difícil dar una opinión sobre el provecho de la poesía individualmente: depende de factores particulares del poeta. Puede ser la concreción de una necesidad esencial, una manera de ver y mostrar el mundo, una manera de sentir junto con los otros... Socialmente, significa incluir a los lectores y entonces tiene que ver con lo que el poema transmite, convoca. Existe, como casi todos conocemos, aquella clásica controversia sobre 'el arte por el arte o el arte para la sociedad'. Actualmente se considera ingenua la ideología que afirma que la poesía (la literatura) es un arma y puede cambiar la sociedad. El tiempo ha demostrado que la literatura no evita el hambre, la injusticia o la corrupción. Tampoco cabe cuestionar al arte -la literatura, en este caso -porque tenga como fin su propia poética, su intención estética específica (lo que se ha llamado 'torre de cristal'); el verdadero artista muestra siempre un mundo diferente y la literatura cumplirá su destino, cualquiera sea el camino con el que el artista la instrumente. La cultura, el arte, han nacido de una necesidad humana y cualquiera sea la interpretación de esa necesidad (psicológica, estética o espiritual), allí donde hay arte, hay un testimonio del espíritu humano, una prueba de la esencia creadora del hombre." (Graciela D. Bracaccini).

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