Y el paraíso
igual que la abuela, que la cabra, la capilla, el prado
asciende
y las potras, ya yeguas de resplandor de luz, blancas
se acogen
se acogen en las aguas
y beben estas aguas
las mismas que tú pronuncias
y se embriagan con las aguas que hay, que no hay
en el junco
que trenzas
que viene
ahí, viene, allí viene
mayo
la gran rima interna
de flores cubierta
que destrenzas
hacia lo más difícil, que te sostiene, que incubas, que
no
la dicha
en el junco
salvaje.
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