Hace
ya muchas puestas de sol
me visitó la poesía y anidó en mi ser más profundo desde ese instante me acompañará siempre hasta mi último aliento. Viajo por los raíles de este día con el corazón lleno de nostalgias, a veces con sobrepeso. Silencios en los rostros de mis compañeros de viaje por Roma. La religiosa mueve con armonía rítmica su rosario austero de madera, con olor a sándalo. Espero que su generosidad no tenga fronteras y me llegue alguna fragancia de sus oraciones. Recuerdo, con caricias visuales, a la joven con esclerosis múltiple por su mar de sonrisas. No muy lejos de aquí, lloran, en los cimientos de su fe, cristianos en el vaticano. Florencia Te sentí corriendo en pleno desierto, con tus zapatos de charol hacia ninguna parte. Te sentí llorando en yates de lujo, en forma de cayucos camuflados de libertad. Te sentí sobre mi pecho desnudo, con mirada de ángel convertido en hombre de color. Te sentí en mis manos distraídas, llenas de cursilería y de vergüenza escondida. Te sentí en la mirada del espejo esta mañana, preguntándome por mis sonrisas y sueños oxidados. Mi poesía nace en los susurros, en abrazos encontrados, en el mar, en los días grises, en los azules, en la silla baja, en los besos, en miradas, en palabras suaves, contigo. |
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viernes, 17 de enero de 2025
Pedro Javier Martín Pedrós.
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