martes, 31 de julio de 2018

Miguel Hernández

   


A MI HIJO



Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tiera, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reír, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno; verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mia,
la noche continúa cayendo desolada.
autógrafo
Miguel Hernández

Laura Gutiérrez Cortés



En ese hueco del corazón,
donde el grillo canta
al latir tu cercanía...

- te siento-
En la noche de mis ojos,
donde las luciérnagas
prenden de luz mi mirada
al verte...

- te sueño -
En el delirio del oscuro
silencio, que atraganta
a un mar destilado
sin tus horas...

- te necesito-
¡Sólo bésame!
aunque mis pétalos
no sonrían siempre.





Laura Gutiérrez Cortés( r.d.a)
La imagen puede contener: océano, cielo, flor, exterior, naturaleza y agua

Teresa Antares.




Con tu cal y con tu arena.
Aglomerando quimeras en mi nuca,
aferrado incesante a mis caderas,
erizando con tu constante reguero
de besos mi… alma.

Silenciándome paulatinamente
cuando tus dedos entran en mi… pelo
y entre susurros mi voz quebrada te nombra.

A tu pregunta digo;
Me consumo sin abandonarme
acurrucada en tus dedos,
sin que te dejes
la piel desmenuzada a mi vera.


La imagen puede contener: 1 persona

Brenda Lopez Soler





Sólo tengo la palabra para que te quedes.
En este sagrado territorio sin espacio.
O es que quizá, es todo el espacio mismo.
Y no tenemos ojos para verlo, o no sirven.
Porque desborda todas las viejas razones de la tierra.

Y ni siquiera tengo la voz ni el gesto.
Ni el cuerpo ni el sueño.
Ni nada de lo conocido,
Para mostrártelo y que me muestres.

Cómo es posible entonces que sigamos aquí.
Y que te quedes sin entrarnos.
En esta extraña concupiscencia sin límites .
Ni labios ni manos.
Ni sexo de desordenadas sábanas blancas,

Debe de haber algo ancestral y milenario.
En lo que defiendo y defiendes.

- O es esto todas las razones del silencio, y quererte -

lunes, 30 de julio de 2018

Mar Herrera Diaz




El Sol aquí, siempre se va por el mismo sitio
Pero antes de irse, se queda un rato parado detrás de la encina
Con las manos en los bolsillos
Como un viejo hortelano que terminó su labor
Observando el campo
Observándonos...



-El Kuadernillo de la Bruja-



La imagen puede contener: cielo, nube, crepúsculo, árbol, exterior y naturaleza


mara guadalix




SUSURRO DE ABEJAS 

Soplas en mi cabeza, como viento huracanado,                            
o el mar embravecido de gigantescas olas.

Suenas como enjambre de abejas que laboran,
y entra tu palabra con la miel de la pena.

Lenguas rotas lamiendo las doradas arenas,
poblando caracolas de mar y violines.

Despiertas el calor y el dolor de lo íntimo,
zumbido trasnochado de campos de colmenas

Antonio Orihuela




Cómo se puede pensar en comer bien
si todo está en manos de los transgénicos,
en un vaso de agua si no es de botella,
un pájaro si no es viviendo en una jaula,
un perfume que no venga en un frasco.

Cómo se puede pensar en hablar
si todas las palabras son de la publicidad.

Cómo se puede pensar en mirar las flores
si están todas debajo del asfalto.

Cómo se puede pensar en viajar
si vivimos dentro de un atasco.

Cómo se puede confiar en los sueños
si los sueños hace tiempo que dejaron de pertenecernos.

Cómo se puede pensar en guiarnos por las señales
si las señales son del poder.

Cómo se puede pensar en términos de apoyo mutuo
si todo exhibe un precio.

Cómo se puede pensar en ser uno mismo
si nadie sabe quién se aloja debajo de cada máscara.

Cómo se puede pensar en ir cuando nos llevan,
en elegir cuando nos imponen,
en hacer cuando nos mandan.

Cómo se puede pensar en el futuro si es de los bancos,
en el presente si es de los políticos,
en el pasado si es de los criminales.

Cómo se puede pensar en la justicia
si la balanza está cargada del lado del Imperio.

Cómo se puede pensar en disfrutar de paz
cuando caen tres cada segundo.

Cómo se puede siquiera pensar en Arte
si faltan brazos para enterrar a los muertos.

Cómo se puede pensar en admirar las estrellas
si la contaminación lumínica no nos las deja ver.

Cómo se puede pensar en filosofar
si se trabaja once horas al día.

Cómo se puede pensar en meditar
si no hay orilla limpia ni sombra de pino
que nos cobije.

Cómo se puede pensar en apagar la luz
si hay televisión las veinticuatro horas del día.

Cómo se puede pensar en ropa vieja
si es la semana fantástica.

Cómo se puede pensar en ser feliz cuando el Capital trabaja, incesante,
para provocar deseos insatisfechos.

Cómo puede uno pensar en autocontención,
sobriedad y austeridad,
cuando todo es despilfarro.

Cómo se puede pensar en madurar
si el estruendo de los motores lo impide.

Cómo se puede pensar en la meta
si avanzamos por un callejón sin salida.

Cómo se puede pensar en pensar
si no tenemos tiempo para pensar.

Cómo puede uno regresar a sí mismo
cuando el sí mismo
es un cuarto vacío de una pensión abandonada.



Cómo se puede pensar en algo si somos nada.


Lucia Dominguez Lopez






Desnuda te digo:
ven,
vivamos a lo salvaje
como animales
sin domesticar
sin olvidar los instintos,

comiéndonos con las manos...

La imagen puede contener: 1 persona, primer plano

domingo, 29 de julio de 2018

Mario Benedetti





De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que esta ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme la cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe que consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos
está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedras
abriré la ventana.


Begoña Abad





EL ACEITE

En lugar de decirme te quiero
mi padre me regalaba aceite
y mi madre me cosía la ropa.
Les domaron de niños de esta manera
y aún peor…
Nacer en aquel tiempo oscuro
en el que, a falta de pan,
se comían las palabras mejores
y olvidaban su significado.
Me ha llevado toda la vida
aprender su idioma,
pero me han quedado secuelas:
nunca coso por si acaso
y cuando miro el aceite
las manos me llevan a tu encuentro
y escribo poemas.
Para aprender a amar
hay que nacer muchas veces.
A mi padre, in memoriam.




• Rosario Troncoso González •



Cien musas diminutas
A lápiz crecían versos orgánicos,
sin otro ritmo que el de los latidos.
Dueñas absolutas de cada poema
cien musas diminutas,
bellas hadas púberes, invitadas
a la hora del café,
ensayaban bailes en servilletas.
Aún hay restos de azúcar,
entre sílaba y sílaba.


(De El Eje Imaginario, Ediciones en Huida, 2012).



sábado, 28 de julio de 2018

José Luis Tobalina Cuerda




LAS ALAS DEL ÁNGEL

El viaje a través de un cuerpo es el más hermoso viaje.
Regreso a ti desde una ciudad de aceras oxidadas,
desde la lluvia y sus charcos, 
desde la ventana que apaga las sombras al cerrarse,
desde el muro metálico de los bares.
Regreso porque eres libre en tu palabra y me convocas.
Regreso para que me dejes volar sobre tu cuerpo,
para espantar los fantasmas del miedo resguardados en tus
senos,
para rendirme a tu boca y sus secretos,
para quedar atrapado, cierto y exacto,
entre las alas del ángel que te ha crecido en el alma.





Maga Gabilu




Carla.
Carla nació temprano.
Carla asomó a la vida con siete meses. Tenía la fuerza de un león y el cuerpo de una sirena.
Sus ojos vieron la luz, y se reflejaron en él.
Carla fue amada y abandonada, pero fue amada con la pasión de quién defiende a su cría poniendo el cuerpo, el pecho a las balas.
Su D.N.I. dice mujer, con apenas unos días.
Su D.N.I. siempre dirá mujer.
Carla tiene la genitalidad de una dulce flor, posee la piel blanca y suave.
Carla mira la vida igual, pero diferente al resto.
A ella jamás le faltó nada, fue la mujer de la casa.
Sus cabellos negros tienen aroma a vida nueva, a menta, a mar, y a sal mucha sal.
Él la peina con la ternura desbordada de sus manos, sus ojos se pierden contemplando su belleza.
Carla aprende piano, danzas, desde muy pequeña. Es una campeonajugando fútbol, ella puede con todo.
Carla juega juegos raros. Se dibuja bigotes y es muy mujer.
Carla acuna a sus muñecas, les da de comer.
Ella ama a su padre, entiende de abandonos.
En la simpleza de un ser de cinco años, Carla se pinta un bigote evocando el ser idolatrado.
Carla crece.
Carla abraza la vida.
Carla tiene la fuerza de un león y el cuerpo de una sirena.
Ella es mujer, muy mujer... Tan mujer que honra a su padre pintandose un bigote.
Carla tiene su sexualidad bien definida, y su genitalidad como una rosa esperando ser descubierta.
Nadie le ha de hablar a Carla del significado de ser mujer. Carla sabe que tener un vientre y las mamas cargadas en leche nueva no te hacen mujer.
Carla dignifica a su padre, se pinta un bigote mientras en su regazo crece un retoño.
Ella si sabe ser mujer, lo aprendió de papá.



La imagen puede contener: 1 persona
Mostrar más reacciones

Lucía Fernández Núñez





Gusta el sol de acariciarme
la piel y los silencios,
con la sutil dulzura
de quien te sabe
entregada a su capricho.

Y soy capaz de sostenerle
unos segundos la mirada
antes de cerrar los ojos
y dejarme hacer.

Cada uno en su lugar,
con mar, cielo y tierra
de por medio,
el dios Luz
me toca los sentidos
y me deshace
los gélidos miedos
que me vestían de ahogo.

Totalmente desnuda de ira
me toma el sol para sí.

Irremediablemente libre
yo tomo el sol para mí.

Tomada por el sol. 

La imagen puede contener: océano, cielo, nube, exterior, naturaleza y agua

Fco Javier Sánchez Durán





Te podría decir: He visto el cielo en tus ojos.
Pero ya no creo en el cielo, pero sí en tus ojos…
sí…en tus ojos, sí,
aunque estos no contemplen la misma luna,
la luna que yo miro a la luz de aquel faro,
mimada por las olas que la acunan con mimo y ternura.

A lo lejos el mar, siempre el mar.
No firma el mar su tremendo oleaje,
anónimo como un viejo sabio,
que adivina con la sangre de sus víctimas
la tragedia de un sol suicida…
ese mar que aprecia la plenitud de tus muslos,
que sucumbe al límite de tus caderas,
que socaba en la hondura que reconcilia tus pechos
con palabras que arden y queman y que vuelan,
planeando por los aires de una noche que llega.

Todo esto me inunda,
a la luz de ese faro que presagia el desierto,
y tu vida y la mía
se inundan de imposibles y fugaces instantes.

Te podría decir: he visto el cielo en tus ojos,
pero el cielo responde con murmullos de ciego
y la luna, de razón dislocada,
se abandona en tu frente y se marcha entre olas


(DEL SENDERO, DE LA PERCEPCIÓN DE LA LLUVIA, DEL AMOR Y OTROS POEMAS)




La imagen puede contener: cielo, océano, exterior y agua
La imagen puede contener: cielo, nube y exterior

viernes, 27 de julio de 2018

Ramón Llanes Domínguez




DEL AMOR, ACASO.


Sufrir por amor es más antiguo.
los sentimientos tienen la edad
de los románticos,
amar se hace añejo,
amar ya no es verbo de la primera conjugación,
amar es pronombre personal,
amar es miopía, extrañeza,
sufrir es de héroes,
morir, de poetas,
amarte, es mi condición natural.



Ana Rossetti.



Hubo un tiempo...


Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.


Germán Terrón Fuentes








Calla,
aunque sólo sea por esta vez,
mírame, siénteme y escucha,
porque el tiempo apremia
y nos esperan los amigos en el bar,
en el teatro, en la excursión,
en la poesía…

Y hoy quiero contarte una historia,
tan real, como la vida misma.

Somos agua,
como este río que pasa bajo nuestros pies.
Dos gotas entre millones,
haciendo el recorrido hasta el mar.

En cada recodo,
en cada salto, hay piedras que nos separan
Entonces, tú me besas,
yo te abrazo
y seguimos nuevamente juntos,
caminando hacia el mar
y haciendo el amor.

Es verdad que el musgo verde de la orilla me acarició,
que hubo un pez que se enamoró de ti y te quiso beber,
que un torrente, casi me hace saltar a tierra firme,
que una hoja, que flotaba en el agua, me invitó a dormir
y que una tormenta nos quiso perder a los dos.

Pero ya nada importa,
porque el agua jamás vuelve atrás,
y tú y yo seguimos aquí.

Disfrutemos juntos cada minuto
húmedo de nuestros labios,
porque algún día,
moriremos abrazados en cualquier playa,

…disecados por los rayos del sol.