sábado, 31 de agosto de 2019

José Lobo





En una plaza junto a indigentes
de una ciudad sin nombre,
nos encontramos una noche.
Me recordaba tanto a mí mismo
que sentí escalofríos.
Era un mes de noviembre
pero no como otro cualquiera
pues aquel solitario lobo
en esa madrugada de otoño
en la tierra halló su estrella.

Lucia Dominguez Lopez







Mordiendo la tarde,
tumbada en el sofá,
pensando en ti,
leyendo poemas
subrayando algún verso
que se desprende
y moja el suelo de silencios,
así pasamos
la tarde
yo,
mi locura,

y el desasosiego de lo inevitable...

viernes, 30 de agosto de 2019

Juana Castro




Sentir el peso cálido...


Sentir el peso cálido.
Girar
previsora la vista, y saber
que no hay nadie.
Agacharse. Enrollar
el vestido, dejar en las rodillas
la mínima blancura
de la tela, su felpa
y el fruncido que abraza
la cintura y las ingles.

Mojar
con el chorro dorado,
tibio y dulce la tierra
tan reseca de agosto, el desamparo
sutil de las hormigas en la hollada
palidez de los henos.

Mezclar
su fragancia espumosa con el verde
vapor denso de mayo, sus alados
murmullos, la espantada
carrera de los grillos.

Y en invierno, elevar
un aliento de nube
caldeada, aspirando el helor
de hoja fría del aire.

Orinar
era un rito pequeño
de dulzura
en el campo.


(De Fisterra, Libertarias, Madrid 1992)


Ángel Guinda







Papeles


Un papel certifica mi llegada a este mundo.
Mi identidad la corrobora otro papel.
Uno más califica nuestra vida en pareja:
de derecho, de hecho, de desecho.
Otro papel registrará mi muerte.
¿Cuál será mi papel verdadero en la vida?
Abro el buzón: rebosa de papeles.
Salgo a la calle: me surten de papeles.
Voy al Banco: cumplimento papeles.
Doy una conferencia: para cobrar, papeles.
Un papel me da acceso al estadio de fútbol,
a un concierto, al cine, al teatro.
Tráfico me echa el alto: los papeles
- los busco, los escrutan, me empapelan.
Necesito una subvención
- me dicen: hay que hacer papeles.
Me pongo de los nervios en unos almacenes
- me amonestan: no pierda los papeles.
Me entregan un regalo:
sufro ansiedad al desempapelarlo.
Mi papeleta electoral traga derrota.
Me manifiesto por los sin papeles.
Traspapelé la luz, busco tus ojos.
Cada semana reciclo dos bolsas de papeles.
Vivir: papeles y papeles y papeles.
La vida, para muchos, es todo un papelón.




(de Poemas para los demás)

jueves, 29 de agosto de 2019

Vicente Aleixandre

 

Estancia soleada:
¿Adónde vas, mirada?
A estas paredes blancas,
clausura de esperanza.
Paredes, techo, suelo:
gajo prieto de tiempo.
Cerrado en él, mi cuerpo.
Mi cuerpo, vida, esbelto.
Se le caerán un día
límites. ¡Qué divina
desnudez! Peregrina
luz. ¡Alegría, alegría!
Pero estarán cerrados
los ojos. Derribados
paredones. Al raso,
luceros clausurados.


Yves Bonnefoy





Una voz

¿Qué casa quieres hacer para mí?
¿Qué escritura oscura cuando viene el fuego?

He retrocedido mucho tiempo ante tus signos,
Me has expulsado de toda densidad.

Pero ahora la noche implacable me guarda,
Con sombríos caballos me alejo de ti.


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Juana Ríos




Pronto se marcha agosto,
el mar se quedará más solo.
Deshabitados, casi desiertos,
los rincones con su voz,
su música oceánica.
Todo volverá a su cadencia
de belleza solitaria.





-0:07

miércoles, 28 de agosto de 2019

Ángel Guinda







Desierto


Camino
sobre antorchas
de silencio.
Oigo sombras:
son los pasos del sol.



(de Biografía de la muerte)



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Chantal Maillard




"Te supe frágil y desnudo,
tan frágil eras, tan desnudo
que se quebró tu sombra al respirar.
Abrí la puerta y las voces del agua
adoptaron la forma de tu cuerpo.
Tan leve parecías, tan al borde
de ti
que la noche aprendió
el modo de dormirse sobre el río".



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martes, 27 de agosto de 2019

William Butler Yeats



"El vino entra en la boca
Y el amor entra en los ojos;
Esto es todo lo que en verdad conocemos
Antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
Y te miro y suspiro".


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Rosa Pazos




Quédate aquí,.
debajo de la sombra
del árbol de la vida
en este rincón donde amanece.

Quédate aquí,
y que nos cante el sol.
Estoy aquí contigo
donde el olvido huyó,
donde abril ya pasó,
y la esperanza nació atardecida.

Quédate, el mañana
no es radiante,
es imprevisto,
y no te dirá dónde me hallo
si te pierdes...

Quédate aquí conmigo.
Tú con tu desesperanza
y yo creyendo que existe
todavía la felicidad.


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Najib Bendaoud




Para ti
Alma de mujer

Alma, esta noche te ofrezco
Mi corazón cuando canta
Mi imaginario cuando baila
Mi fe cuando reza
Mi sueño cuando se instala
Y mi alma cuando blasfemia
Te ofrezco alma todo esto
Y un poco de mi piel y todo yo

_ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ Pad _ PAD


lunes, 26 de agosto de 2019

Fabiola Rubio






La puerta de mi habitación
ya no tiene espera
por tu llegada,
ya no sabe del ruido
de tus pasos a horas imprecisas.

La puerta de mi habitación
ya no se queda entreabierta
tras colgar de su pomo
las ganas de la lentitud
y la velocidad de nuestras ganas...

Cuando llegues a mí,
ya no estará mi corazón
ni la llave que la abría de par en par.
Ni aquel amor de enero
que se abrió con la pasión de Julio.




©Copyright - Derechos Reservados 2019.

JOSÉ HIERRO


JUNTO AL MAR

Si muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.

Si muero que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.

Oiré la melodía del viento,
la misteriosa voz.
Será por fin vencido el momento
que siega como hoz.

Que siega pesadumbres. Y cuando
la noche empiece a arder,
Soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer.

domingo, 25 de agosto de 2019

Diana Maura








He llorado
cuando he visto sangre en mi espada.
He llorado
cuando he visto
a aquellos que siguen dando bandazos
en la oscuridad más absoluta,
reincidentes y quejumbrosos,
en la testarudez del vacío
de lo yermo.
He llorado
por ellos
y por mis propias ruinas,
muy adentro,
allí
donde las almas
pueden tocarse
y no se necesitan
de disfraces,
ni de piel,
ni siquiera de miedos.


JAIME SABINES




Los Amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se estan yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre- ¡ que bueno !- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

sábado, 24 de agosto de 2019

Ángel González


   
    A veces

    Escribir un poema se parece a un orgasmo:
    mancha la tinta tanto como el semen,
    empreña también más en ocasiones.
    Tardes hay, sin embargo,
    en las que manoseo las palabras,
    muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
    les levanto las faldas con mis dedos,
    las miro desde abajo,
    les hago lo de siempre
    y, pese a todo, ved:
    ¡no pasa nada!
    Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
    "Lo digo y no me corro".
    Pero él disimulaba.


Sofía Kreimis




Háblame de ti,
para oírte valiente.
Háblame del agua
de la fuente
que seca heridas
y cubre de pétalos
las manos.





Sofía Kreimis -NO SALTES AL VACÍO, Editorial Dunken.


viernes, 23 de agosto de 2019

José Carlos Becerra



Esta noche yo te siento apoyada en la luz de mi lámpara,
yo te siento acodada en mi corazón;
un ligero temblor del lado de la noche,
un silencio traído sin esfuerzo al despertar de los labios.

Siento tus ojos cerrados formando parte de esta luz;
yo sé que no duermes como no duermen los que se han perdido en el mar,
los que se hallan tendidos en un claro de la selva más profunda
sin buscar la estrella polar.
Esta noche hay algo tuyo sin mí aquí presente,
y tus manos están abiertas, conde, no me conoces.

Y eso me pertenece ahora;
la visión de esa mano tendida como se deja el mundo que la noche no tuvo.
Tu mano entregada a mí como una
adopción de las sombras.


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Paqui Valenzuela Garcia





No te pido la luna,
la tengo cada vez que miro tus ojos.
Tan solo te pido
ese minúsculo trocito
de polvo de estrella que ha caído
en una de las comisuras de tus labios.
Ese puntito que brilla
cuando te sonríes...
¡Como ahora, amor!
Solo quiero eso.
Si me lo das,
habré conseguido todo el universo.

jueves, 22 de agosto de 2019

Mar Dominguez










RÉQUIEM POR Mí



Esta princesa destronada y desahuciada
esta puta mendiga de amor
esta cenicienta mal follada,
esta zorra que se quedó sin alma
de tanto maquillarse las ganas
y bajarse las bragas.

Esta perra huérfana muerde tu mano.
Se mea en tus úlceras.

Maldice el tiempo.
El empeñado en creerte.

Esta puta, esta dama,
esta que ves aquí:
hoy dobla campanas por ti.

Clava la rodilla en el infierno por rezarte
con la mirada ensangrentada de luto.

Con las manos vacías,
herida mortal de versos.

Sin suspiros, sin azotes
sin perderse en tus ojos ni retorcerse en tu ira.
Sin apadrinar tu inconsciencia.

Esta fulana con el tacón roto.
Esta madre, esta pena.

Ni se derrama en tu boca,
ni suplica por tus migajas
ni llora treguas
ni gana guerras.

Nicolás Corraliza




ESPEJO AMIGO


Hubo un tiempo,
antes de conocer
la absenta de tus versos,
en la que todo era nada.
Una nada silenciosa,
un colchón de vacío
de besos y sueños.
Espejo amigo,
que proyectas mi reflejo
hacia la luz,
no dejes que mi rostro
sufra el exilio de tu ausencia.


miércoles, 21 de agosto de 2019

Adriana Serlik



No me violaron
no penetraron mi vagina
no metieron mi cabeza en el agua
no golpearon
no colocaron electrodos
no me colgaron
no me mataron.
Me hicieron recoger mis cosas
cargarlas en un celular
subir al celular.
Permitieron que viera
por un minúsculo agujero
el trecho.
Dijeron que sería corto
lo que fue un largo viaje.
Bajaron mis cosas
abrieron y revisaron todo,
revolvieron el colchón,
las sábanas,
los tres libros
la ropa.
Interrogaron
era la noche,
el amanecer,
el día.
Con las cosas
subí al celular,
bajé,
revisaron
y con todo,
me echaron en un calabozo.
Otra vez estaban sacándome,
no había pasado una hora,
me subieron al celular
con mi equipaje,
miré por el agujerito,
bajé,
revisaron,
interrogaron.
Volví al celular,
mis cosas,
el agujerito,
mis cosas,
el calabozo
y pasó la noche.
Llovía mucho,
tenía frío,
las cucarachas voladoras
se incrustaban en el cuerpo.
Desde el calabozo
veía un gran patio de tierra,
oía a los hombres,
de las celdas vecinas.
Tenía sed,
trataba de no decaer,
no quería pensar,
debía estar serena.
El frío,
la sed,
el miedo,
el terror.
Era un guiñapo.
Pasaron los días
con entradas y salidas
iguales
y una mañana
dijeron que me fuera.
Salí
con mis ropas,
el colchón, las sábanas...
Eduardo nunca salió,
murió en Córdoba.
Horacio,
Heraldo
Eduardito,
Luis
Irma
Carlos
y tantos otros
desaparecieron.
No me violaron,
no sumergieron mi cabeza en el agua,
sólo me llevaron a ninguna parte,
nunca dijeron porqué me detenían,
no pude hablar con un abogado o un amigo.
Me lanzaron a un calabozo
y
cuando me otorgaron benévolamente
la libertad,
gritaron que la próxima vez,

simplemente me matarían.

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