viernes, 31 de agosto de 2018

Carmen Maroto



Entrar en ti
para contar un viaje sin retorno
-un viaje de placer-
volar
y aterrizar en tu carne
para conocer todo lo demás,
ciudades
sabores
pasadizos
humedad...


conocer eso que eres
después del temblor.

Eso que eres
después
del mío.

Mar Herrera Diaz



Sueño
Sueño mucho
Sueño tal vez demasiado
Y no puedo evitarlo
Bueno, a veces lo consigo
Y entonces me duermo...


-El Kuadernillo de la Bruja-

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Alicia Calero Cervera,


Ya nunca

Ya nunca volveré a oírte gritar,
ya nunca volveremos a discutir más.
Ya nunca me sonreirás,
ya nunca nuestras miradas se cruzarán.
Los recuerdos son un leve destello del pasado.
Nunca olvidaré tu mirada ausente
ni lo feliz que eras al tenernos reunidos.
Esos cruces de miradas,
esas sonrisas a escondidas,
esas faltas de muestras de cariño
y todo ese cariño por mostrar.
Hoy ya se acabaron las lágrimas
pero nunca esos recuerdos
de cosas que ya nunca viviré otra vez.

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jueves, 30 de agosto de 2018

Marina Colasanti





LO SÉ, PERO NO DEBERÍA

Sé que la gente se acostumbra. Pero no debería.

La gente se acostumbra a vivir en un apartamento  interior
y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor.
Y como no tiene vistas, luego se acostumbra a no mirar hacia  afuera.
Y como no mira hacia afuera luego se acostumbra a no abrir de todo las cortinas.
Y como no abre las cortinas luego se acostumbra a encender más pronto la luz.
Y a medida que se acostumbra, olvida el sol, olvida el aire, olvida la amplitud.

La gente se acostumbra a levantarse por la mañana sobresaltado porque es la hora.
A tomar el café corriendo porque va atrasado.
A leer la prensa en el autobús porque no puede perder el tiempo del viaje.
A comer un sandwich porque no hay tiempo para almorzar.
A salir del trabajo porque ya es de noche.
A dormitar en el autobús porque está cansado.
A acostarse temprano y dormir profundo sin haber disfrutado el día.

La gente se acostumbra a abrir el periódico y a leer sobre la guerra.
Y aceptando la guerra, acepta los muertos y que haya una cifra de muertos.
Y aceptando la cifra acepta no creer en las negociaciones de paz,
acepta leer todo el día sobre guerra, sobre cifras, sobre su larga duración.

La gente se acostumbra a esperar el día entero y escuchar al teléfono: hoy no puedo ir.
A sonreír a la gente sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorado cuando necesitaba tanto ser visto.
La gente se acostumbra a pagar por todo lo que desea y necesita.
A luchar para ganar el dinero con qué pagar.

Y a ganar menos de lo que necesita.
Y a hacer colas para pagar.
Y a pagar más de lo que las cosas valen.
Y a saber que cada vez pagará más.
Y a buscar más trabajo, para ganar más dinero, para tener con qué pagar en las colas en las que se cobra.

La gente se acostumbra a andar por la calle y ver carteles.
A abrir las revistas y ver anuncios.
A encender al televisión y ver publicidad.
A ir al cine y engullir anuncios.
A ser instigado, conducido, desnortado, lanzado a la infinita catarata de productos.
La gente se acostumbra a la polución.

A las salas cerradas con aire acondicionado y olor a cigarro.
A la luz artificial con su ligero temblor.
Al choque de los ojos con la luz natural.
A las bacterias del agua potable.
A la contaminación del agua del mar.
A la lenta muerte de los ríos.

Se acostumbra a no oír los pájaros, ni el gallo de madrugada, a temer la hidrofobia de los perros,
a no coger la fruta a pie del árbol, a no tener ni siquiera una planta.
La gente se acostumbra a demasiadas cosas para no sufrir.

En dosis pequeñas, intentando no percibir, se va apartando un dolor de aquí,
un resentimiento de allí, una revuelta allá.
Si el cine está lleno la gente se sienta en primera fila y tuerce un poco el cuello.
Si la playa está contaminada la gente solo moja los pies y suda en el resto del cuerpo.

Si el trabajo es duro la gente se consuela pensando en el fin de semana.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer la gente se acuesta temprano
y aún queda satisfecho porque siempre tiene sueño atrasado.

La gente se acostumbra para no rallarse en la aspereza, para preservar la piel.
Se acostumbra para evitar heridas, sangrados, para esquivarse
de la faca, de la bayoneta, para proteger el pecho.
La gente se acostumbra para proteger la vida que poco a poco se gasta y, que
de tanto acostumbrarse, se pierde de sí misma.


Fotografía de Sebastian Bieniek

Eduardo Galeano






Pobrezas



Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que no tienen tiempo para perder el tiempo.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que no tienen silencio ni pueden comprarlo.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar,
como las alas de las gallinas se han olvidado de volar.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que comen basura y pagan por ella como si fuese comida.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que tienen el derecho de respirar mierda,
como si fuera aire, sin pagar nada por ella.

Pobres,

lo que se dice pobres
son los que no tienen más libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que viven dramas pasionales con las máquinas.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que son siempre muchos y están siempre solos.

Pobres,

lo que se dice pobres,
son los que no saben que son pobres.




Kepa Murua







HACIA LA NADA
 
Si alguna vez te sorprende el dolor
y te ataca por la espalda,
tirándote al suelo
y llevándote lejos, más lejos
de lo que te llevó la muerte
de las cosas bellas, no te rindas.
Levántate de nuevo y anda.
Anda con los ojos y camina
con las manos, sólo así verás
lo maravilloso que es respirar
con lo poco que tienes alrededor.

Si alguna vez te sorprende el amor
y te muerde el labio con palabras
de ensueño, arrastrándote con su lengua
a paisajes jamás imaginados
y pisados por el hombre, no te fíes.
Mira atrás y mira delante
y camina con los ojos cerrados
entre los escombros del engaño,
sabrás así que el destino te ha colocado
en un abismo que es fruto de esa pasión
que aún desconoces.

Si alguna vez te sorprende la vida
con un golpe certero que te da de frente
dejándote herido para siempre,
no pienses que eres el único.
Otros fueron calcinados en su propia suerte.
Pero no te aflijas ni te quedes quieto.
Arráncate el pecho, mira dónde duele
y por qué ha sido. Mira dónde vive la tristeza
que descubre el cielo, muy dentro.
Sólo así te salvarás de la nada.
Esta vez has sido tú el elegido.

(del libro 'No es nada')











miércoles, 29 de agosto de 2018

Walt Whitman





NO TE DETENGAS



No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

Versión de: Leandro Wolfson

Fabiola Rubio



Las palabras de tus ojos
resbalan sobre un río de tinta negra
tiñendo la blancura de tu rostro
camino del entierro del silencio
que vive en el escaso margen de tus labios.

Sé que no hace falta que me hables,
que ni tu cuerpo haga gesto alguno
para saber(te) cuan tristeza
está ahogando(te)
Solo me queda abrazar(te) cuanto sientes.

Te siento vulnerable,
es más tu mirada me deja hasta sin aliento,
es reflejo de tu alma blanca
preciosa gema pura como un diamante
destello inconfundible de luz radiante a pesar de su llanto...

La infinidad del tiempo
se ha parado, justo en el quicio
de nuestra vida, cuyo aposento
está inmerso en emociones cálidas
pero tan perdidas ahora en la profundidad de tu desdicha.

Espero que regresen salvos de la zozobra,
que el mar azul que en ellos vive
vuelva a ser la esencia de tu preciosa forma
de amar la vida,
porque con ellos siempre hay un principio y nunca un final.



©Copyright - Derechos Reservados 2018.

Lu Sesma



Mañana limpia de agosto
que me lava la cara
con agua clara del manantial
y llega como un torbellino
irremediablemente a mi ventana
día a día, día tras día,
hasta el final de los días.




La imagen puede contener: planta, árbol, exterior y naturaleza

martes, 28 de agosto de 2018

Laura Villanueva Guerrero ©



No me soportan
ni las nubes
este deseo
de agua condensada
que se rebela
contra todo orden establecido
cuando pienso en ti
y tu boca se convierte
en una prueba más
de mi existencia.
Cierro los ojos
para que los demás
no vean
el rubor de mi alma
ni la luz intermitente
de mis sueños
que atrae la noche
más lejana.
Apago mis dedos,
me someto a la condena
sin caricia.
Si no te tengo
empieza a sobrarme
la vida.


Arte: John Poppleton

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Marcos Ana



ALMA NO LLORES

Y no basta decir: "alma, no llores",
si ves a un corazón que va dejando

la vida entre furiosos desgarrones.

Hay lágrimas que tienen estatura
de estrellas indomables
y es de acero o de roble su ternura.
 

Carmela López Raposo





Mi hijo no nació de la nada,
ni del matrimonio,
ni de la lujuria.

Nació, caminamos y caminaremos juntos.
Pupila a pupila.
Corazón a razón.

Desde el abismo de la vida, él.
Yo, desde el cajón de los recuerdos...
Ese que todo lo guarda.

Siempre.


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lunes, 27 de agosto de 2018

Alicia Correa Castelo





Que los duendes vengan
y la sostengan
Que acunen sus sueños
y los llenen de color
Que un hada despistada

le bailé de puntillas
para no despertarla
y la llene de amor
Que los pájaros
revoloteen a su lado
y con sus trinos
le canten la más bella de las nanas
Que los monstruos
las brujas
y las cosas feas
desaparezcan de sus sueños
Y sueñe con un campo de amapolas
donde las mariposas
y las mariquitas
La inviten a jugar
a danzar
a volar 

La imagen puede contener: una o varias personas y personas durmiendo

Ana María Matute





Me avergüenza confesar que hasta hace muy poco no he comprendido el reloj. No me refiero a su engranaje interior -ni la radio, ni el teléfono, ni los discos de gramófono los comprendo aún: para mí son magia pura por más que me los expliquen innumerables veces-, sino a la cifra resultante de la posición de sus agujas.
Éstas han sido para mí uno de los mayores y más fascinantes misterios, y aún me atrevo a decir que lo son en muchas ocasiones.
Si me preguntan de improviso qué hora es y debo mirar un reloj rápidamente, creo que en muy contadas ocasiones responderé con acierto.

Sin embargo, si algo deseo de verdad, es tener un reloj. Nunca en mi vida lo he tenido. De niña, nunca lo pedí, porque siempre lo consideré algo fuera de mi alcance, más allá de mi comprensión y de mi ciencia.
Me gustaban, eso sí. Recuerdo un reloj alto, de carillón, que daba las horas lentamente, precedidas de una tonada popular. 

MARCOS ANA







Los dientes de una ballesta

me tienen clavado el vuelo.

Tengo el alma desgarradade tirar, pero no puedo

arrancarme estos cerrojos

que me atraviesan el pecho.

Ocho mil doscientas veces

la luna cruzó mi cielo;

otras tantas, la dorada

libertad cruzó mi sueño.

El sol me hace crecer flores,

para qué,

si estéril veo

que entre los muros mi sangre

se me deshoja en silencio.

No sabéis lo que es un hombre

sangrando y roto en un cepo.

Si lo supieseis vendríais

en las olas y en el viento,

desde todos los confines,

con el corazón deshecho,

enarbolando los puños,

para salvar lo que es vuestro.

Si llegáis ya tarde un día

y encontráis frío mi cuerpo,

de nieve a mis camaradas

entre sus cadenas muertos…

recoged nuestras banderas,

nuestro dolor, nuestro sueño,

los nombres que en las paredes

con dulce amor grabaremos.

Y si nos cerráis los ojos,

dejadnos los muros dentro,

que se pudran con el polvo

de nuestra carne y no puedan

ser nuevas tumbas de presos.

No sabéis lo que es un hombre

sangrando y roto en un cepo.

Si lo supieseis vendríais

en las olas y en el viento,

desde todos los confines,

con el corazón deshecho,

enarbolando los puños

para salvar lo que es vuestro.

Si llegáis ya tarde un día

y encontráis frío mi cuerpo,

buscad en las soledades

del muro mi testamento:

al mundo le dejo todo

lo que tengo y lo que siento,

lo que he sido entre los míos,

lo que soy, lo que sostengo;

una bandera sin llanto,

un amor, algunos versos…

y en las piedras lacerantes

de este patio gris, desierto,

mi grito, como una estatua

terrible y roja en el centro.
Foto de Michael Zwicly

domingo, 26 de agosto de 2018

Lluïsa Lladó



Pido disculpas por mi modo
de desalmar las cosas.
Por la mirada perdida
en un bazar de Arizona
con la puerta del frigorífico abierta
a una dimensión ignorante.

Y tu voz réplica
zarandeando al espacio-tiempo
con la garra huraña
y mi cuerpo entre la cocina
con vistas al vecindario
y unas parrillas que blancas
despiden la frialdad de un electrodo.

Disculpas por mi alarmante,
la colocación inoportuna.
El abrazo no resuelto de la niñez.
Y toda la artillería
que los idos hacemos acopio.

Barrer el trauma hasta acumular un monte.
Por la habitabilidad de mis fobias.

Y el goce cangrejo
de ir de un lugar a otro.

Pero, pienso, con aguja y vinagre.
Qué el amor de las piedras más negras.
Es el más preciado.
Porque amar también se aprende.
Y en la vacante tuve que leer de los libros.

Así que te entrego este carbón.
Qué contiene la honestidad más pura.

Mi diamante creció del desgaste.
Y en mis dedos existen cortes
extranjeros
igual que una puerta reabierta
entre el mundo
y los perecederos de una nevera.

Guarda mi corazón de lata.

Lying doll

Gioconda Belli

 


Yo fuí una vez una muchacha risueña
que andaba con su risa
por toda una ciudad que le pertenecía.

Yo fuí una vez una mujer poeta
que salía con un poema nuevo,
como quien sale con un hijo,
a enseñarlo,
a gozarlo.

Yo fuí una vez la madre de dos niñas preciosas
y andaba segura de mi felicidad,
desafiando al viento y a las cosas,
Ahora,
yo soy una mujer que no conoce la tierra donde vive,
sin amor,
sin risa,
sin Nicaragua,
soy una poeta
que escribe a escondidas
en oficinas serias y casas de huéspedes,
soy una muchacha que llora
debajo de un paraguas
cuando la muerde el recuerdo,
soy una madre que añora la alegria de sus hijas.

Ahora,
soy un canto de lluvia y de nostalgia,
soy de ausencia. 

Angel González





Breves acotaciones para una biografía.


Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo,
pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.



Imagen de elkin marulanda arango