miércoles, 31 de octubre de 2018

Ramón Llanes




EN MEMORIA DE ÁNGELA MARÍN SANTOS


Quiebra un dolor la tarde nuestra,
duele más que nunca el alma,
aprieta la desesperanza,
no llega la resignación.
Perdemos a Ángela
con la consecuencia de un “para siempre”
solo efímero en el recuerdo,
suene el himno grande en la marisma azul
y llore con nosotros la madre tierra,
eternidad en los brazos.



Ramón Llanes. 31 octubre 2017.



Carmen Maroto

Y en ese mar demacrado
donde los colores
han huido
de tu mano
dejando un gris
que lo inunda todo.

Y entonces, padre,
no sé si llueve
o lloro.



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martes, 30 de octubre de 2018

Any Sanz


La lluvia .


Veo caer la lluvia
Mis ojos se humedecen de recuerdos
La nostalgia me abraza
Te quiero a mi lado y estas muy lejos
El viento hace ecos en mis oídos con tu nombre
Llueve en mi alma
Mis ojos te buscan
En cada rincón del amor
Un poeta recita sus versos
Que grita como un loco
Por las calles de la ausencia.


Any Sanz Tucumán Argentina Poeta del alma .
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José Puerto Cuenca







PAN CON ESTRELLAS

Amor, hace tiempo que quiero proponerte
una dieta de aderezamiento…
Desayunaremos un té marca Buen Día
endulzado  con esperanzina
y un bollo de afán integral auténtico
con un buen chorreón de afecto virgen extra.
A media mañana como tentempié
mordisquearemos con fruición
dos manzanas reinetas del árbol de la paciencia.
El almuerzo lo empezaremos con un aperitivo
de perlas verdes sin martirio, cultivadas
en el olivar sabio sin resabio de los abuelos,
ensalada de sentimiento verde y aros de centella
con cariz dulce, humor fresco y desenvidias,
alma de almendras o nueces de parsimonia…
A media tarde una taza de fe alta y rica
endulzada de meloja y melodía
y un trozo de pastel esponjado de ojos claros
espolvoreado de sonrisa cande.
Para cenar probaremos cada noche
una fruta distinta, una pulpa nueva,
una caricia absolvente y desusada,
nos haremos veganos de carne de otros seres,
la tuya y la mía, amor, ya nos alimentan
con creces el ansia animal antigua…
Y de postre, amor, de postre…
Los racimos de besos con uvas que tú quieras…
Amor… ¡Contigo pan con estrellas!

lunes, 29 de octubre de 2018

Annie Altamirano

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Azul ausente
Con la luz del sur ardiendo en la memoria
y el resplandor que ciega desde las doradas piedras,
siento la ausencia salina de la bruma costera,
del oleaje en sudestada.
Llega otro verano.
El tiempo se consume de un modo distinto.
El tedio del secano,
lento y abrasado,
dormita la siesta en los rincones.
Busco aromas familiares
pero han mudado latitudes.
Enero ausente es julio.
No se pueden conciliar los contrarios.
Salina ausencia.
Oleaje ausencia.
Azul ausencia que me habita.

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Berna Wang






Que la vida te regale en su momento...




Que la vida te regale en su momento
sólo el dolor preciso:
ni tan leve que pase desapercibido

ni tan grande que lo invada todo.
Que no te olvides
ni necesites analgésicos para olvidar.
Sólo el latido exacto en el lugar justo
para saber que la herida está ahí,
que hay que tener paciencia,
y cuidarla hasta que cure.

Ángel Guinda







Tal vez vosotros sabéis


No sé, escucho himnos dentro de las lágrimas.
Tuve una casa con ventanas en el techo:
veía tiburones, cordilleras, trenes volar.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
No sé bien qué es la paz:
llegué tarde a la guerra.
La tempestad está tras la montaña,
sobrellevo el estruendo de su luz.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
Tiemblan mis pies
cuando retumba el eco del silencio,
no sé si las palabras tienen sangre.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
No sé por qué se tambalea el vértigo
cuando miro las cúpulas,
pero noto en mi pecho borboteos de petróleo.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
Mi país es un rompecabezas,
al más mínimo golpe se desvertebrará:
ya no tendré país.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
Desde el avión veía sobre el mar
manadas de elefantes petrificados,
dromedarios tendidos, sombras de cocodrilos:
me dijeron que eran islas griegas.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
Huyo, siempre huyo: acaso tras las puertas
que arrancan sus bisagras, sus cerrajas
y, a lomos de las llamas, corren irrefrenables
para aclamar a los ladridos del mar.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
La poesía debe ser extrema,
estampido de mundos, abrazo de la pólvora,
escardar las tinieblas con antorchas,
trepanación de asombro y ebriedad.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.
Yo no sé qué preguntan al sol los limoneros.
Ignoro los secretos de las algas y de las medusas.
Tampoco sé si esto es un poema
o una pequeña galería de hormigas.
Tal vez vosotros sabéis, yo sólo canto.


(de Caja de lava)

viernes, 26 de octubre de 2018

Luis García Montero





Conversaciones

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también los muebles
se hicieron a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-,
en una habitación parecida a l a nuestra,
con libros y con cuerpos parecidas,
estuvimos amándonos
en el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.




José Luis Tobalina Cuerda





Transparente ausencia eres cuando te haces lejana.

Te recuerdo en la última despedida sonriendo melodías de adioses. 
"Me voy al mundo”, dices con los ojos, 
y ensanchas mis horas hasta convertirlas en nostalgia que duele.
Tal vez no lo entiendas. Yo tampoco.
La vida es abandonarse a un instante para ganar todas las certezas.
Por eso cuando regresas de cosechar emociones,
te miro cansado de llorar ausencias
y resucito para seguir atado a ti en las horas futuras.




Aída Acosta




Luna de abril en mi regazo
y en la almohada
todas las dudas
todas las lágrimas.
Uno cae al agua
como un susto espiral
y dibuja peces de tiza
para el recuerdo.
Tienen que ser estos zapatos de nieve
o el susurro verde del árbol
que descifra mi cuerpo
en filamentos de luz.
Tiene que ser este encuentro
un baño de azúcar
que disuelva el dolor
de no tenerte.
Ya aprendí a remendar
las heridas
pero no tengo hilo
y seguro
que esta luna de abril
es un beso sin nombre
y caeré al agua
y dibujaré peces de tiza
y calzaré zapatos de nieve
y abrazaré el susurro verde del árbol
y seré una luz abierta
que deja lunas de té en la taza
y duerme sola.



©® de "Amor sin Levadura"


jueves, 25 de octubre de 2018

Raquel Lanseros.



Al calor de un ángel

Tengo los mismos años que vivió García Lorca
dos más que Maiakovski
cuatro encima de Bécquer
trece menos que Rilke.
Un año más que Whitman cantándose a sí mismo.

Sigo aquí. Mi papel
de testigo me sigue complaciendo.

Podría entonar antífonas solemnes.
Decir: cosecha,
sangre,
fuerza,
cosmos,
patria.

Me habían dicho que un día sería grande.
Pero de estas cenizas nadie me había hablado.
No morir. ¿Cómo se hace?
¿Con honra? ¿Con ejemplo?
¿Con la imaginación?
¿Con la memoria?

Quiero estar a tu lado entre los cisnes.
Nunca cerrar los ojos. Recordarte.
Que me abrace tu nombre.

Que tu sal en mi pecho
no haya cárcel ni enfermedad ni reyes
capaces de robármela.







MOHAMED SALEM ABDELFATAH




Nuestra era
Esta es la era
de la soledad y el silencio
los amantes son desconocidos
que vagan tomados de las manos
por aceras distintas
en las interminables calles
de ciudades perdidas.

Los transeúntes cabizbajos
van tropezando con
la podredumbre del futuro
que anuncian los lumínicos
de rascacielos invisibles.

Los niños se arrastran
mudos y descalzos
cargando sus penas
en busca del presente.

Mientras
el mundo va nadando
en aguas turbias
de ríos hediondos
que desembocan en el umbral
del nuevo milenio.
En esta edad
de hambrunas y guerras
en esta era
en que a nadie
se le ocurre pedir
una palanca para mover el mundo.





miércoles, 24 de octubre de 2018

Jose Angel Garrido Cárdeno







Habéis borrado nuestros nombres,
pretendiendo así,
arrancarnos de nuestras raíces.
Ya no podemos reír en la calle
pero recordad que nuestras miradas
no se borran,
no están dibujadas con tiza en la pizarra.


Natalia Belleq.





¿Por qué será que me tocas y me convierto en fuego?
¿Por qué soy agua cuando susurras?
¿Por qué cuando me amas,
me transformo en viento?
¿Por qué soy la tierra de tus huellas

en el firmamento?
¿Por qué somos raíces
en un paraíso desierto?
Y es que siempre dibujas paraguas en mis tormentas,
Y nos perdemos juntos en el camino de vuelta,
Y no hay montañas
que no podamos escalar,
Y si no puedo,
siempre me ayudas a trepar,
Y jugamos a la calma contra la tempestad.
Ahora que sabemos...
Lo que es el amor de verdad.
Me otra vez caminando al atardecer

martes, 23 de octubre de 2018

Rafael Alberti







El ángel ángel

Y el mar fue y le dio un nombre
y un apellido el viento
y las nubes un cuerpo
y un alma el fuego.
La tierra, nada.
Ese reino movible,
colgado de las águilas,
no la conoce.
Nunca escribió su sombra
la figura de un hombre.


María José Collado


RESCATE


Pasaron siendo humo
por la pantalla de los días,
fueron cabos sueltos
de una mochila al hombro.
Apenas un rescate de gestos,
la pálida luz de una mirada,
un guante en la mesa de un café
o la ceniza muerta en un brasero.
Sigo la estela de los cisnes
en esa hora transparente,
cuando recorren en silencio
El lago azul de la memoria.



Del libro: TAPIZ DE AGUA

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lunes, 22 de octubre de 2018

Begoña Abad




No podré hablar de mis hermanos,
no podré llorar con ellos
la ausencia de los padres,
añadiré su ausencia a la hondura de mi dolor,
con nadie recordaré la infancia,
con nadie repartiré las fotos, los anillos.
No podré preguntarle sobre lo olvidado,
yo siempre desmemoriada,
y tampoco elegiremos juntos
las cosas de las despedidas:
el féretro, las flores, los cierres de las casas, los abalorios…
Siempre tuve esa negrura a cuestas
pero sé, sin embargo, que he de estar a solas
para estar contigo.



Inés Díaz Rengel




CUANDO LA ROSA SE MARCHITA, 
VALORAMOS SU BELLEZA

Fue al dejarme cuando sentí la influencia
que había tenido en mi vida.
Siempre he sabido cómo fue ella,
pero no me detenía a pensar
que ese aroma, esa humildad,
esa luz, esa sonrisa…
iban calando en mí como llovizna,
y todavía intento ser permeable,
no hay lluvia mejor
que la que una madre irradia,
no sé si yo lo he conseguido.
Su filantropía era lo que me atraía de ella,
de lo que daba con su derecha
no se enteraba su izquierda.
Si me atrevo a decir
que he bebido de su fuente
es porque era una enamorada de su obra,
 sus hijos,
y decía siempre:
“El tiempo que pasé con ellos
fue lo que me hizo importante”.
Yo sigo aquí inmortalizándola,
varada a la orilla de mis evocaciones.
Aunque su memoria se cubrió de cenizas,
su recuerdo resurge siempre
como un sol recién estrenado.





       

domingo, 21 de octubre de 2018

Jose Ángel Valente

La imagen puede contener: cielo y texto

ANA GARCÍA BRIONES



LA FELICIDAD


La felicidad
no es una marca
ni una oferta
en la planta baja
de un centro comercial.

Allí, no cabe el cielo
ni la lluvia , ni el mar,
no hay pájaros
y el silencio
se confunde con el ruido.

Las virtudes de esta sociedad
del insomnio
me hacen emigrar
hacia las nubes.

Desde el rojo acantilado
de la locura
desnudo la luz
para inhalar bajo mi almohada
las flores que perfuman
mi existencia.


Violines sin música

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sábado, 20 de octubre de 2018

Felix Morales Prado







El sonido claro de las campanas cae hacia arriba
en el cielo de una tarde de otoño
y el retrato del alma está en el arabesco
de una pared descalichada.

José Antonio Fernández García









AUSENCIA
Extender los brazos entre las sábanas
mientras las luces opacas de una cartelera se vende en las esquinas,
con la sed agónica de una rosa a mediodía,
a lomos de un corcel blanquísimo ajeno a la luna
y caer herido
en la frivolidad de la sed,
en el crepúsculo invernal de ese lado hueco de la propia alcoba.

Extender los brazos entre las sábanas
con una esmeralda tapizada en la boca
mientras tu nombre sobrevuela el aire
pestilente de las almohadas
como un suspiro envuelto entre rejas,
para reventar el tacto en el marco de una puerta sellada,
en la gota de una lágrima silenciosa y desapercibida.

Extender los brazos entre las sábanas
y replegar el corazón en la noche: abrir de par en par
las ventanas
para estallar en plena luz artificial de un cartel
a precio de prostíbulo
y destrozar el alma, al fin, con un beso sin azucarillo
que nazca desde el espejo del recibidor, sucio y frío.



viernes, 19 de octubre de 2018

Jorge Novak Stojsic Sarac






se ha ido despacio
la última tarde de diciembre

sólo los solitarios
saben
cómo pasa el silencio del tiempo

llueven sobre las ciudades
pétalos de flores de almendro

tristeza blanca
que tapan
los ojos limpios de los amantes

ay poeta
que sólo vives acariciando versos






 

Cristina Liso Aldaz






ACUARIO


Quiero la pureza silenciosa
de tu mirada infantil
al apoyar tus pequeñas manos
sobre el frío cristal del acuario.

Quiero a los peces y a la luz de ese mar
sonreír,como tú, ir con ellos a la deriva
sin carga alguna de miedos,
dejarme guiar por mis ojos asombrados,
por la confiada luz entre las rocas.





jueves, 18 de octubre de 2018

Pedro Javier Martín Pedrós





DEL POEMARIO : Violines sin música ( Corona del sur )


Paqui Aquino








Una mañana cualquiera abro mi móvil y leo "suerte".
Una mañana espero que me persiga,
que me encuentre.
No se que día ni a qué hora me visitará.
Yo estoy prepara para recibirla:
con mis ganas de cambio, con mis deseos de sueño, con la ilusión de compartirla.
La busco en los rincones de los palacios, en las puertas de las sinagogas, en las huellas de mi camino.
Hay días que esta conmigo, hay días que sólo se asoma a verme
y hay días que no aparece.
Así se forja mi suerte.