sábado, 29 de abril de 2023

Amalia Bautista



A Dieta

Me acosté sin cenar, y aquella noche
soñé que te comía el corazón.
Supongo que sería por el hambre.
Mientras yo devoraba aquella fruta,
que era dulce y amarga al mismo tiempo,
tú me besabas con los labios fríos,
más fríos y más pálidos que nunca.
Supongo que sería por la muerte.

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jueves, 27 de abril de 2023

Enrique Serrano Meana



Presuntamente, he llegado hasta aquí
en el verso atrevido de un poema suicida.
Apasionadamente vulnerable.
Apenas transeúnte.
Ahora cierro los ojos y recuerdo caminos.
El paso agigantado de la vida
nos cuestiona ese cuándo, ese dónde y por qué
hemos dejado atrás las sandalias del nómada.
Tú me dices que amar es un silencio,
una mirada tierna,
un apretar de pechos fundidos en la nieve.
Yo te digo que amar es detenerse en la piel.
La magia que nos jode cada día
al corregirnos, los dos, de los mismos errores.

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Miguel Hernandez





Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
No quiso ser
No conoció el encuentro
del hombre y la mujer.
El amoroso vello
no pudo florecer.
Detuvo sus sentidos
negándose a saber
y descendieron diáfanos
ante el amanecer.
Vio turbio su mañana
y se quedó en su ayer.
No quiso ser.


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Luis García Montero



La recompensa
Aunque no sea verdad,
porque el tiempo hace mundos igual que se hace daño,
déjame que aproveche este calor final
de la tarde imprecisa.
Quiero sentirme dueño de las horas.
Para encontrarme a mí
he aprendido a seguirte.
Salgo por la memoria y no llego a un recuerdo,
sino a este modo de vivir despacio
las cosas que me das.
Todavía camino por la ciudad aquella
y soy el habitante de lo que sucedió
la semana que viene,
de los hechos que pueden ocurrir
hace ya muchos siglos,
cuando los pies del tiempo que nos falta
escriban junto al mar
la orilla laboriosa del pasado.
Todo está en ti. Y todo permanece
mientras rueda en el cielo
la luna primitiva.
Cada intuición es una huella,
cada recuerdo el porvenir,
hoy es ayer para decir mañana.

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Gioconda Belli

 


"En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora,
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos."

miércoles, 26 de abril de 2023

André Breton.



Mundo en un beso


Mundo en un beso
El músico con baquetas de avellano cosidas en las mangas
Apacigua a un enjambre de jóvenes monos-leones
Que descendieron con gran estrépito de la cornisa
Todo se vuelve opaco veo pasar la carroza de la noche
Arrastrada por los ajolotes de zapatos azules
Que penetra resplandeciente por la violencia que conduce a la tumba
Pavimentada de párpados con sus pestañas
La ley del talión utiliza un pueblo de estrellas
Y tú te matizas para mí de un negro rocío
Mientras los horribles bornes mentales
Se hienden en el sentido de la longitud
Dando paso a unos penachos
Que miran al lago próximo
Los barrotes del espectáculo están maravillosamente retorcidos
Un largo huso de aire atestigua sólo la huida del hombre
De madrugada entre la ilustre alfalfa
La hora
Sólo es lo que hacen sonar las piezas de oro de la bohemia
En las aspas de coriaria
Una amazona de pie sobre un caballo tordo anaranjado al galope
Desde lejos los brazos están siempre en extensi6n lateral
El rombo polvoriento del forro me recuerda
La tienda decorada de bisontes azules
Por los indios de la almohada
Afuera el aire se prueba los guantes de muérdago
Sobre un mostrador de agua pura
Mundo en un beso limpio
Para mí las escamas
Las escamas de la gran tortuga celeste con vientre de hidrófilo
Que se debate cada noche en el amor
Con la gran tortuga negra la gigantesca escolopendra de raíces


Traducción de Manuel Álvarez Ortega.

domingo, 23 de abril de 2023

Juana Castro



Sentir el peso cálido...
Sentir el peso cálido.
Girar
previsora la vista, y saber
que no hay nadie.
Agacharse. Enrollar
el vestido, dejar en las rodillas
la mínima blancura
de la tela, su felpa
y el fruncido que abraza
la cintura y las ingles.
Mojar
con el chorro dorado,
tibio y dulce la tierra
tan reseca de agosto, el desamparo
sutil de las hormigas en la hollada
palidez de los henos.
Mezclar
su fragancia espumosa con el verde
vapor denso de mayo, sus alados
murmullos, la espantada
carrera de los grillos.
Y en invierno, elevar
un aliento de nube
caldeada, aspirando el helor
de hoja fría del aire.
Orinar
era un rito pequeño
de dulzura
en el campo.

Esther Fortes

 


Tengo un dolor en mi pecho
que oprime mi risa,
que duerme a mis sueños.
Que no, no me deja llorar.
Tengo un descosido en el Alma
que abruma al mar que viene
a morir en la orilla y no,
no se atreve a suspirar.
Tengo un vacío que se queda solo,
sin consuelo ni compañía
que se aferra de nuevo a mi pecho
buscando inútil la gallardía
que se aleja, cobarde
que nunca se atreve
y se muere arruinando el valor
y no se defiende.
Tengo un mar al que adoro
que esconde tu risa,
que es capaz de enfrentarse
y vencer los miedos,
las dudas y la distancia confusa
que arruina un presente, que no
Que no existe!!!
Y llegan bailando las gaviotas
hambrientas de los besos
que no florecieron
que no se dieron!!!!!
Y vuelven al mar, a la orilla...
a derramar la tristeza que las agota
en la angustiosa espera
de ser lo que nunca serán. 

sábado, 22 de abril de 2023

Cristina Peri Rossi



Erótica


Tu placer es lento y duro
viene de lejos
retumba en las entrañas
como las sordas
sacudidas de un volcán
dormido hace siglos bajo la tierra
y sonámbulo todavía
Como las lentas evoluciones de una esfera
en perpetuo e imperceptible movimiento
Ruge al despertar
despide espuma
arranca a los animales de sus cuevas
arrastra un lodo antiguo
y sacude las raíces
Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.
Tu placer, animal escaso.

viernes, 21 de abril de 2023

Edgar Allan Poe



Solo
Desde mi hora más tierna no he sido
Como otros fueron, no he percibido
Como otros vieron, no pude extraer
Del mismo arroyo mi placer,
Ni de la misma fuente ha brotado
Mi desconsuelo; no he logrado
Hacer vibrar mi corazón del mismo modo
Y, si algo he amado, lo he amado solo.
Entonces, en mi infancia, en el albor
De una vida tormentosa, del crisol
Del bien y el mal, de su raíz misma
Surgió el misterio que aún me abruma:
Desde el venero o el vado,
Desde el rojo acantilado,
Desde el sol que me envolvía
En otoño con su pátina bruñida,
Desde el rayo electrizante
Que me rozó, seco y rasante,
Desde el trueno y la tormenta,
Y la nube suave y clara
Que, en el cielo transparente,
Formó un demonio en mi mente.

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jueves, 20 de abril de 2023

AÍDA ACOSTA ALFONSO



Hoy la tristeza es capicúa
se encierra en una torre consumista
llena de garabatos,
su tiempo de deshoras
es la llamada
del silencio,
es la mujer que llora
abriendo su vientre
de pájaros negros,
es el andén
y los pasos que fueron,
es la sonrisa obligada
y los árboles viejos,
el empeño por vivir al desvivirse,
iniciar cada día
una pirámide inversa
que se llena de mar
que se ahoga.
Esta tristeza
lleva piernas largas
y abre senderos
en las manos del olvido.
No quiero hoy
que llegues a casa
con un rastrojo lánguido
de lo que fue ayer
de la tibieza que no hubo
de los besos que olvidamos darnos.
Hay demasiada tristeza, hoy,
demasiada arquitectura
de lo que nunca será.


Del libro Sudor de un paisaje

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Pablo Mora



Para qué la poesía


Para sacar la flor de las cenizas
Le preguntaron a Borges: ¿para qué sirve la poesía? Y él respondió: “¿y para qué sirven los amaneceres?” A Ernesto Mejía Sánchez preguntó Jorge Bustamante sobre la utilidad de la poesía, y él a su vez respondió: "La poesía no sirve para ganarse la vida, sirve para ganarse el alma.” Por su parte, Ludwig Zeller, le respondió: “Siempre he creído que la poesía -no sólo en las palabras- es la que da sentido a la vida. Que ella tenga una resonancia en lo inmediato o no, no tiene importancia. Yo creo que es una forma de iluminación con que los seres podemos sobrellevar lo cotidiano, acercarnos a la magia, al mundo paralelo de los sueños. ¿Qué más se puede pedir?” A pesar de que para Kepa Murua “la poesía huye hacia la nada sin sentido ni conciencia alguna”, Jaime Sabines afirmó poéticamente: “La poesía sirve para sacar la flor de las cenizas.”

© Laura Villanueva Guerrero



Pertenezco
al contorno
de tu aliento,
al olor terrenal.
Contigo juego
a las verdades
absolutas:
amarte,
tenerte,
olvidarme
del amplio
vacío.
Te concedo
mi realidad
amante,
el compartimento
alado que acepta
la llama de humedad.

-Denizé Lauture-



Miles de balas
han atravesado
el pecho del pájaro.
Pero aún vuela,
vuela no con demasiada esperanza
¡Pero vuela...!
¡Quién sabe!
Algún día, en algún lugar del bosque
quizá aparezca un ser,
un ser inesperado
y llorará, llorará
sinceramente
sobre las heridas...


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Cristina Liso.



PRIMAVERA


En el amanecer
de este sereno día,
mientras las golondrinas
vuelan sobre los campos
y parecen rozar sus alas
las espigas de trigo,
el sol se adueña del paisaje.
Tiembla el instante
lleno de luz.

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miércoles, 19 de abril de 2023

Alda Merini



Canto de respuesta
Haber estado en ciertos lugares tristes,
cultivar fantasmas,
como dices tú, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mí continúe la locura.
He seguido siendo poeta hasta en el infierno
sólo que yo buscaba de Eurídice
la casta sombra y no tengo más palabras...
Ésta, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta seguí siendo tras los barrotes;
sólo que afuera, sin casa y perdida
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y dentro de cada flor
de mi voz existe aún la esperanza
de que nada haya sucedido que devaste
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.


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Natalia Belleq.



Voy a guardar silencio,
a fingir que no te quiero
a suplicar un inmortal momento.
Voy a ponerme la coraza,
la de acero,
esa que se escapa
cuando se muere el alma
y resucita el cuerpo
Voy a tener que buscar
a ver si lo encuentro
un trozo de corazón
que te llevas cuando estás lejos,
una huella, una razón,
un oscuro sentimiento.
Y es que no es cuando no te veo
ni siquiera cuando no te siento,
es ésta puta enfermedad,
de tener que echarte de menos.
Voy a guardar silencio
a fingir que no te quiero
a suplicar un inmortal momento....

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lunes, 17 de abril de 2023

Francisca Aguirre



HACE TIEMPO


A Nati y Jorge Riechmann


Recuerdo que una vez, cuando era niña,
me pareció que el mundo era un desierto.
Los pájaros nos habían abandonado para siempre:
las estrellas no tenían sentido,
y el mar no estaba ya en su sitio,
como si todo hubiera sido un sueño equivocado.
Sé que una vez, cuando era niña,
el mundo fue una tumba, un enorme agujero,
un socavón que se tragó a la vida,
un embudo por el que huyó el futuro.
Es cierto que una vez, allá, en la infancia,
oí el silencio como un grito de arena.
Se callaron las almas, los ríos y mis sienes,
se me calló la sangre, como si de improviso,
sin entender por qué, me hubiesen apagado.
Y el mundo ya no estaba, sólo quedaba yo:
un asombro tan triste como la triste muerte,
una extrañeza rara, húmeda, pegajosa.
Y un odio lacerante, una rabia homicida
que, paciente, ascendía hasta el pecho,
llegaba hasta los dientes haciéndolos crujir.
Es verdad, fue hace tiempo, cuando todo empezaba,
cuando el mundo tenía la dimensión de un hombre,
y yo estaba segura de que un día mi padre volvería
y mientras él cantaba ante su caballete
se quedarían quietos los barcos en el puerto
y la luna saldría con su cara de nata.
Pero no volvió nunca.
Sólo quedan sus cuadros,
sus paisajes, sus barcas,
la luz mediterránea que había en sus pinceles
y una niña que espera en un muelle lejano
y una mujer que sabe que los muertos no mueren.


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Charles Simic





GUERRA

El dedo tembloroso de una mujer
Recorre la lista de víctimas
La noche de la primera nevada.

La casa está fría y la lista es larga.

Todos nuestros nombres están incluidos.



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Carilda Oliver.




Cuento

Yo era débil,
rubia, poetisa, bien casada.
Tenía deudas
y una salud de panetela blanca.
Hicimos una casa pobremente,
muchas ventanas:
para enseñar nuestros besos a las nubes,
para que el sol entrara.

La casa era tan bella
que tú nunca dormías.
Ya no eras abogado ni poliomielítico
ni nada.
Nunca dije:
¿cuándo vas a poner esa demanda?
porque yo tampoco
cocinaba.

Fueron días
como no quedan otros en las ramas.
Yo me empeñaba en sembrar algo en el patio:
tus gatos lo orinaban,
pero era tan feliz que no podía
decir malas palabras.
Ay, una tarde…
( Septiembre tomó parte en la desgracia ),
Ay, una tarde
( Dios estaría sacando crucigramas );
ay, una tarde
pusiste tantas piedras en mi saya
que desde entonces
ando inventándome la cara.
El cuchillo
tenía la forma de tu alma;
yo quería ser otra, hablar de las estrellas…
( sobraron noche y cama ).
Yo me empeñaba en sembrar algo en tu pecho:
tus gatos lo orinaban,
y era tan infeliz que no podía
decir buenas palabras.

Tarde en otoño.
Miré las sábanas amargas,
el jarro de la leche,
las cortinas,
y el crepúsculo me convirtió en su mancha.
( Yo era un clavel podrido de repente,
un canario botado ).
Con empujones que lo gris me daba,
entre temblores,
volví a la falda
de mi madre.

Pasaron tantas cosas
mientras yo me bebía la soledad a cucharadas…

Un viernes
-un viernes en que tu olvido me enterraba-
llegué a la esquina
deja casa.
Estaba allí como una tumba diferente,
se veía otra luz por las ventanas.
Tuve miedo de odiar…
(Ya era hasta mala).

Pasaron tantas cosas;
el tiempo fue cosiendo mi mirada.

Ahora no pueden asustarme con los truenos
porque la luz me alza.
Ahora no pueden confundirme con un libro.
Soy la palabra recobrada.
¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse,
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse,
que a mí, también, carajo, me da gracia!



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domingo, 16 de abril de 2023

- Julia Gutiérrez.




Este amor que llegó bailando

en la algarabía de agosto y trajo los rojos placeres
de las tardes de junio.
Este que luchó contra su propio deseo y perdió
la batalla ante un decoro imposible.
Este amor tan tuyo y mío, este amor salado
lamido, salvaje. Este amor de compartir
los mapas y deshacer el oxígeno.
Este amor de mordida en el corazón
y plantas carnívoras. Este amor en torrente,
canal y cauce libre. Este amor dulce.
Este amor sin promesas
de darse sólo por amor y nada menos,
este amor tan de andar por casa
y cada vez, más amor
y cada vez, más casa.

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jueves, 13 de abril de 2023

Jorge Riechmann



De ti
Me pierdo.
Me encuentro en las yemas de tus dedos.
Me pierdo.
Me encuentro en la sed clara de tu pelo.
Me pierdo.
Me encuentro en el mediodía de tu cuerpo.
Me pierdo.

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María Diaz.



Te llamaba pero no oías,
tú nunca oías.
Nadie mojaba las calles
solitarias de lluvia como yo.
Me cruzaba con miradas llenas
de misterio y se posaban en la
mía.
Ya no llueve,la noche descansa
y comienza a grisear.
Yo también descanso envuelta entre sábanas blancas.
No,no estoy sola ,
me acompaña el murmullo
cansado de los árboles,
el ruido del viento que entra
por las aristas de mi ventana
y el canto alegre de un mirlo
enamorado.
Me acompaña mi libro
de poemas ,
Mi taza humeante de café
caliente.
Y mis muebles ,también ellos
me acompañan carcomídos
por el paso del tiempo.
Allí guardo tus recuerdos
y esa sombra tuya rebelde
que no quiere marcharse.


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Ramón Llanes





EL BESO

Los besos que no se dan
se pierden
en la inconsciencia del deseo,
los besos dados
crecen
en el alma
como sentimientos
y se hacen grandes
y se hacen recuerdo
y espantan los olvidos.
Los besos son
el abrazo de los labios.

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martes, 11 de abril de 2023

Manuela Lozano Perez



Villanueva del Ariscal,
la voz de mi infancia.
Nostalgia
Cuando la nostalgia habla no puedes callarla,
la nostalgia trae lo que se llevó los años.
Habla el alba con las primeras gotas de rocío
naciendo la mañana,
la luz acariciando la suave hierba que arropan los caminos,
las flores silvestres con labios de amapolas
seduciendo los campos,
el viento entre las hojas de los árboles
silbando melodías,
la lluvia empapando la tierra que amasan las
manos del labriego,
las alas de la alondra en su alto vuelo, ribeteando
la cúpula celeste,
habla el ramal con la estrecha acera lamiendo
su lengua de plata,
la ermita con los asientos de acero forjado
descansando los años,
los adoquines paseando las calles que te conducen
al corazón de la plaza,
las farolas iluminando las arterias principales,
el latido de los pasos en las heridas del asfalto,
la ensoñación de los hijos pródigos que retornan
con su último aliento....
Cuando la nostalgia habla,
¡Llora el silencio!


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lunes, 10 de abril de 2023

Miguel de Unamuno



¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!
¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
mi madre, mi hija, mi mujer!

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Teresa ,Antares



Voy descalza entre los árboles
el tiempo exacto de la lujuria.
Tengo la sonrisa cubierta de música
con las escalas de tu lengua.
Huelo a la palabra deseo
y en cada avance de tu cuerpo
me arqueo...
para que puedas oler el milagro.
Hoy me incendia el asombro,
no sé de la tregua,
ni de la calma,
sí del vapor de la selva y...
no quiero que esto acabe.
Voy a cerrar los ojos,
inspirar toda la expansión
de tu latido
y llenar mis pulmones
de posibilidades.

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Andrea Balbuena.

 


Ojalá nazcan con tu perfume las flores
Yo quería dibujar tu sombra en cada sílaba
para homenajear aquellas
que nunca pudiste pronunciar.
Yo quiero encontrar las palabras
que supongan la perpetuidad de tus ojos
en todos aquellos que leen.
Escribir los versos que describan la manera
que has tenido de hacerte eterno.
Vivirte sin prisa, una y otra vez,
en los poemas
y en las fotos,
en los cuentos,
las certezas
y el recuerdo de tu felicidad.
Siempre fuimos más familia
cuando peor vino el tiempo.
Tú reblandeciste nuestros corazones
para que, deshechos,
se fundieran en uno solo:
más fuerte,
más capaz,
más entero.
El que hoy nos deja pensarte
y sonreír.
Aunque puedo asegurarte
que en este jardín donde crecen las flores
siempre caerá una lágrima con tu nombre.




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domingo, 9 de abril de 2023

GABRIELA MISTRAL



Adiós

En COSTA lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tu la creiste
ni la creo yo,
"y es cierto y no es cierto"
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
Vamos hacia el mar
que devora al Sol.
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol.
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y él
alucinacion.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echo,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!

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Luis Cernuda




País

Tus ojos son de donde
la nieve no ha manchado
la luz, y entre las palmas
el aire
invisible es de claro.

Tu deseo es de donde
a los cuerpos se alía
lo animal con la gracia
secreta
de mirada y sonrisa.

Tu existir es de donde
percibe el pensamiento,
por la arena de mares
amigos,
la eternidad en tiempo.


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Sara R. Gallardo




Ariadna

Jugabáis al escondite, a polis y cacos, a guerras de agua en verano. Era como un laberinto. Poco sabías de lo que ocurría fuera de aquellas calles que pateabas con las mallas azules del colegio, con aquellos playeros rojos y negros tan feos que a ti te gustaban tanto. Poco sabías del mundo, nada habías leído. Usabas las camisetas de segunda mano de tu prima, camisetas amarillas, con pequeños agujeros con los que te entretenías y que hacías más grandes.

Compartías el laberinto con más niños, pero no eran como tú. ¿Recuerdas aquella caseta blanca donde decías que se escondía el "hombre del pito"? Todo aquello era un juego. Os reíais tanto... ¿Recuerdas? Pero tú viste a niñas con las rodillas en carne viva, con los labios morados, con los ojos perdidos. Con las uñas sucias de tierra. Con sangre entre las piernas.

Mientras otras niñas, en otras ciudades, en otros lugares, en otros barrios, leían en el laberinto de sus abuelos o de sus padres. Leían a Melville o a Bram Stoker mientras tú veías en La 2 a Willy Fog y en las calles a aquellas niñas que se volvían locas.

Soltaste el hilo, por aquel entonces. Te perdiste en la casa de Asterión. 

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FRANCISCO GARFIAS LÓPEZ

 





Y TE OLÍAN LAS MANOS A YERBA DE LOS CAMPOS...

Por todas las Sinagogas
hubo un fragor de angustia.
Temblaban los papiros de las Escrituras.
Gamamiel y Nicodemus y los otros escribas
se mesaban la barba
buscando en lo perecedero el reino de Dios,
mientras tú florecías de divino silencio.
y por tu sangre sobresaltada
–libro de Dios, acaso–
el Verbo iba tomando carne y sangre
de humana criatura.
Te sentías transida de ventura,
de lumbre, aprisionada en ti misma,
arrodillada en el pasmo,
como en tu propia esencia,
estrella en tu regazo,
al recordar las palabras del ángel.
Y aquel Ave María fue un borbotón de sangre
dentro de tus entrañas.
No podías morir.
Fue un trémulo jadeo
que te engarzaba a lo divino.
Un dulce hervir de vida prisionera...
Y cantabas, cantabas:
Cielos, enviad el rocío de lo alto
y las nubes lluevan al Justo,
ábrase la tierra
y germine el Salvador.
Te sonaba la voz a lluvia sobre rosas
y te olían las manos a yerba de los campos. 


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Francisco Cenamor

 


el fin de la historia

ya no tiene sentido la normalidad
ha llegado el momento de los disturbios espirituales
de cortar la calle con macetas

plantar magnolias en las autopistas
arruinar el futuro sembrando esperanzas
poner comas entre sujeto y predicado

correr de espaldas palpando el presente
condenar sin juicio, enjuiciar sin condena
subir de dos en dos las escaleras

abrir de par en par las ventanas
de los viejos aposentos modernos
vaciar las estanterías metálicas

acudir silbando a la biblioteca
enarbolar banderas transparentes
que no nos amordacen los ojos

sorprendernos abrazados al paria
al que vino de lejos, a la prostituta
matar de risa al desamor

ir a la oficina de empleo cantando a puccini
pagar la ópera con la cartilla del paro
recitar poesía desde el patíbulo

construir con firmeza en las nubes
y cada noche, soñarse escondido en el jardín
ignorando elecciones generales y tarjetas de crédito

Del libro Amando nubes. Talasa Ediciones, Madrid, 1999.


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Oscar Wilde




Mi voz

En este mundo inquieto, moderno, apresurado,
tomamos todo aquello que nuestro corazón deseaba -tú y yo,
y ahora las velas blancas de nuestro barco están arriadas
y agotada la carga del navío.

Por ello, prematuras, empalidecen mis mejillas,
pues el llorar es mi contento huido
y el dolor ha apagado el rosa de mi boca
y la ruina corre las cortinas de mi lecho.

Pero toda esta vida atiborrada ha sido para ti
solamente una lira, un laúd, el encanto sutil
del violoncello, la música del mar
que duerme, mímico eco, en su concha marina.

Versión de E. Caracciolo Trejo


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Pedro Javier Martín Pedrós.




No me gusta sentir

mis manos vacías.
Me agrada acariciarlas delicadas,
llenas de amor.
No me gusta la gente que no transporte
en su miradas copitos
llenos de imán.
Necesito, me agrada,
la atracción mutua.
Dos gotas de agua si
las acercas mucho, se funden.
Así,
pude crear algunos versos
con olor a humanidad.
No me gustan los días grises,
los azules
siempre fueron fieles compañeros
en mis viajes a ninguna parte.
A tientas,
las metáforas me
salvan del precipicio de tus labios.


Del libro: Poemas para la vida 

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