jueves, 30 de mayo de 2024
Amalia Bautista
miércoles, 29 de mayo de 2024
Alda Merini
Antonio Porras Cabrera
lunes, 27 de mayo de 2024
MARIA PAZ MARTINEZ GAMBOA
sábado, 25 de mayo de 2024
Alejandra Pizarnik
Luis Rosales
jueves, 23 de mayo de 2024
María José Collado.
lunes, 13 de mayo de 2024
Jorge Luis Borges
jueves, 9 de mayo de 2024
• Laura Gómez Recas •
Gabriel Celaya
lunes, 6 de mayo de 2024
Felipe Zapico,
domingo, 5 de mayo de 2024
Antonio Gamoneda
Viene el olvido
La luz hierve debajo de mis párpados.
De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas musicales, surge una
tempestad. Desciende el llanto a las antiguas celdas, advierto látigos vivientes
y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.
Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los insectos en las bujías del
amanecer. Así
arden en mí los significados.
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sábado, 4 de mayo de 2024
Gabriela Mistral
Yo no tengo soledad
Es la noche desamparo
de las sierras hasta el mar.
Pero yo, la que te mece,
¡yo no tengo soledad!
-
Es el cielo desamparo
si la luna cae al mar.
Pero yo, la que te estrecha,
¡yo no tengo soledad!
-
Es el mundo desamparo
y la carne triste va.
Pero yo, la que te oprime,
¡yo no tengo soledad!
miércoles, 1 de mayo de 2024
Rimbaud
El mal
Mientras que los gargajos rojos de la metralla
silban surcando el cielo azul, día tras día,
y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe
se hunden batallones que el fuego incendia en masa;
mientras que una locura desenfrenada aplasta
y convierte en mantillo humeante a mil hombres;
¡pobres muertos! sumidos en estío, en la yerba,
en tu gozo, Natura, que santa los creaste,
existe un Dios que ríe en los adamascados
del altar, al incienso, a los cálices de oro,
que acunado en Hosannas dulcemente se duerme.
Pero se sobresalta, cuando madres uncidas
a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras
le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.
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Paul Verlaine.
En el balcón
En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo
Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles
Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres
Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras
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