martes, 30 de julio de 2024

Alfonso Brezmes





 Y al irse

dejaban tan sólo
palabras arrugadas
en los bolsillos del otro,
para que al ir a leerlas,
quién sabe dónde,
tuviesen que abrirlas,
como esas camas vacías
que sólo cobran sentido
si las deshacen de nuevo.

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martes, 23 de julio de 2024

Óskar Rodrigáñez Flores

 


SIN TUS LÁGRIMAS


Escucho tu voz peregrina en el silencio
cuando recibes flores,
timbales son tus sonidos
alegres,
alborotados,
pasionales.
Fe perdida en los insomnios,
en el crucifijo donde sueles
apagar tu tristeza.
Sigo escuchando tu voz,
pero al final de este camino
no quiero ser tus lágrimas.


"Antología Ciudad de Cabra 2018"
Derechos de autor reservados

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lunes, 22 de julio de 2024

Cristina Liso Aldaz



SI YO FUERA UN ÁRBOL


Si yo fuera un árbol
sería un manzano
con frutos escondidos
entre hojas de pequeñas ramas.
Me gustaría estar
en la esquina más luminosa
de la huerta.
Ver la transparencia del agua
serpenteando
sobre la tierra
mientras trabajas con la azada.
Y aprendería a morir
como el manzano aprende
desde que es una pequeña semilla.

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Endre Ady

 


París

IBA EL OTOÑO POR PARÍS


Furtivo llegó ayer a París el otoño,
por el bulevar San Miguel iba sin ruido,
en la plena canícula, bajo sombreadas frondas
se tropezó conmigo.
Estaba caminando yo hacia el Sena y ardían
pequeños cantos-ramas-secas dentro de mí:
humeantes y raros y tristes y purpúreos,
de lo que he de morir.
Llegó hasta mí el otoño, me dijo algo al oído,
por ello el bulevar San Miguel se estremeció,
zum, zum: revoloteaban a lo largo del camino
hojas de aire burlón.
Un minuto: el verano ni siquiera un suspiro
dio y riendo huyó el otoño de París sin demora.
Estuvo aquí, que anduvo por aquí lo sé yo solo
bajo gimientes frondas.

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Ramón Llanes Domínguez

 


AMIGO MUNDO


Amigo mundo
te cambio tu fusil por estos versos,
te cambio tu almanaque de terror
por la ternura de cualquiera de mis besos,
te cambio tu metralla y tu valor
por una tarde de lluvia en la ventana de mi pueblo,
te cambio el malestar de tu misión
por la paz que se cuida en mi respeto.
Amigo mundo,
te cambio tus bombas de combate, tu camión,
tu uniforme, tu trinchera, tu bastón,
por la concordia cálida de mis credos,
te cambio todo el hambre de tu sinrazón
por un rato de música, por un silencio,
por una melodía en do menor
que cantamos todos aquí al estar contentos,
te cambio tu himno por mi canción
o tu escopeta de matar por mi cuaderno
donde escribo de mi y de los nuestros,
te cambio tu odio y tu aspecto de invasor
por la mejor historia de los hombres buenos,
te cambio tu discordia por mi pasión
y tus guerras te cambio por mi afecto,
te cambio las desigualdades, te cambio tu decisión
de proteger menos a los más honestos,
de descuidar tanto al corazón,
de fomentar la miseria, de desterrar lo cierto,
de consentir a capricho que el error
sea la bandera más insultante de este tiempo.
Amigo mundo,
te invito a un minuto de Paz y otro de amor
y si me aceptas, mi alma entera te la entrego
para que con ella cambies siempre de opinión
y contigo todas las esperanzas alcancemos
y esta utopía posible tendrá el color
del sentido más humano de todo nuestro universo.

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Susana Thénon



En todo instante
se renueva
la fugaz memoria de los espejos,
el perfil hosco de los cuerpos oxidados,
el andamiaje de palabras
no habitadas por manos
o por bocas oscuras.
El tiempo arruga los caminos,
borra las miradas lejanas,
va encendiendo la muerte en los rincones.
Y cómo no saber esto:
llegará un minuto vacío
que añore nuestros rostros.

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Miguel Hernández



A MI HIJO


Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.
Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tiera, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.
Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.
Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.
Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.
El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reír, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.
Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.
Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.
Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.
Verde, rojo, moreno; verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.
Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mia,
la noche continúa cayendo desolada.

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sábado, 20 de julio de 2024

Carmen Castejón Cabeceira

 


Nos estamos dañando,
ya hemos adoptado esta costumbre
de rasgarnos un poco por minuto.
El transcurso del tiempo no perdona,
nos hacemos muy viejos esperando
algún cambio sin grito de agonía.
Hay nubes en el techo de la casa,
el riego de las plantas es continuo por lloros.
Y ese olor a impotencia se ha instalado
precediendo a las búsquedas nocturnas.
Nos estamos dañando,
quizás esto ya sea una costumbre
pero estamos los dos
con este mar de fondo a la deriva,
tentando a ese animal que ambos somos
y está siempre al acecho con sus uñas.
Tan distante de mi y yo tan sola,
en este laberinto de mi mente
simétrico a tu espíritu,
por eso aún no he perdido la esperanza
de que sepas un poco que te quiero.

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Ana Vega



Esa forma tuya
de mantener la distancia
entre los dos.
Nosotros dos.
La lentitud con que te mueves
sin yo pedir nada.
La mirada suplicante
que en un solo minuto,
un segundo,
me recorre el cuerpo entero
en una avalancha hacia ti.
Quiero creer que tengo,
que poseo algo,
que tú estás en cierto modo,
en algún lugar
de mí
esperando siempre
la llamada, la invitación divina,
un simple acercamiento,
un abandonar distancias...
Nosotros dos.
Ambos.
Uno,
en alguna ocasión,
ciertos días.
La balanza que se equilibra
a golpe de caricia.
El desorden caótico
de no verte.

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sábado, 13 de julio de 2024

Ángel González



Breves acotaciones para una biografía
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo,
pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.

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viernes, 12 de julio de 2024

Fernando Beltrán






Arenga

La guerra es dolorosa, absurda, necesaria.

Sin ella

no se puede vencer,

ni cambiar cada mes

el abrigo de piel de la moqueta,

ni comprar un cartón de tabaco escocés

una copa de llantas parabólicas

o un condón de ternura ultrasensible

para hacer el amor y no la guerra.

De: El gallo de Bagdad.


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miércoles, 10 de julio de 2024

Nicolás Corraliza

 


HORAS INDIFERENTES


En la calle se cruzan
desesperanza y dicha
sin mirarse a la cara.
Extraños tomando la ciudad
sobre arterías subterráneas
de corazón parado.
A veces,
entre la devastación y la furia
surge el poema.

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domingo, 7 de julio de 2024

Marwan



HAGO COSAS RARAS.

Digamos que hago cosas raras.
No me gustan los caminos rectos si no son hasta tu boca.
Por eso dí un rodeo hasta para olvidarte.
Y nunca quise olvidarte pero me va haciendo falta.
Y he seguido haciendo cosas raras.
He intentado descolgarme las heridas de la piel.
Igual que una camiseta de la cuerda de tender.
Lo mismo que un cuadro de un museo.
Volví a conducir rápido. Suicida.
Para adelantar de noche a mis temores.
Como digo, hago cosas raras.
Meto el llanto en los botes vacíos de la despensa.
Aún veo a la primavera temblar en nuestras fotos.
En las discotecas sólo hay fast food.
Ningún alma que llevarse a la boca.
Me hago un torniquete en los sentimientos.
Para que no se desboquen los recuerdos.
Por si no lo recuerdas, hago cosas raras.
Como me entere que duermes con otro.
Tendrán que ir a buscar a la comisaría.
Y corro, de un lugar a otro.
Mi cabeza ya lo entiende pero no mi corazón.
Corro hacia las piernas de la noche.
Corro hacia las sílabas de tu cuerpo.
Corro, corro, corro.
Pero si algo he entendido es que
se puede huir de todo menos de lo que se pierde.

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jueves, 4 de julio de 2024

-Ángel González -



Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando luego callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

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MIGUEL ÁNGEL YUSTA



Metro de París. Línea 6
Ella ha entrado en Picpus y se ha sentado frente a mí
Sus palomas cansadas buscan el regazo
mientras sólo me mira por un fugaz instante
(hay algo de eternidad en esa mirada velada de monotonía).
Los fluorescentes del vagón son incompatibles con el día gris.
Bel-Air, Dumesnil, esta línea seis me llevará tal vez a ninguna parte.
Quiero que siga ahí, sentada mientras cruzamos el Sena.
La línea seis aparece y desaparece como mi deseo de vivir,
túneles y tejados , estaciones llenas de negros cansados,
de blancos cansados, de ninfas con auricular y móvil,
de labios, ojos, formas, miradas. besos, caricias...
Quai de la Gare, no te bajes por favor, ya llegamos.
Déjame que te contemple furtivamente
porque hace tiempo que no sentía el estallido de la belleza en mi alma.
Los asientos de plástico marrón no saben de estas cosas
ni los anuncios de las estaciones
(sea feliz en Turquía por quinientos euros)
En la Place d’Italie se ha llenado el vagón,
hay un raro vaivén de gente azarosa y extraña.
Se la van a llevar y yo estoy muerto, atado a mi vida, en mitad de la seis.
Llegaré solo a Denfert-Rochereau...


(De Teoría de luz)

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