viernes, 10 de octubre de 2025

Pedro Javier Martin Pedrós

 






Plumas rotas de vuelos arriesgados

frases obsoletas

en el precipicio de mis versos.

Un pasado  de luces,

vida inacabada.

Siento que me abrazo,

mis entrañas sonríen

acariciando mi piel

llena de música y olvidos.

Palabras, justificaciones,

siluetas, estelas de caminos

en la bajamar de la playa vacía,

me siento aturdido

y acaricio las conchas

que besan mis pies descalzos

de incomprensiones absurdas.

Y de nuevo siento que

 la brisa acaricia mi alma.


Rafael Cadenas

 




Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir
brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad. Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Luis Cernuda

 




Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.