Trece pruebas de amor y un vampiro
Tiene la piel sedienta, tiembla caundo me mira y es consciente de su
ridículo mientras habla sin decir lo que pasa.
Intentará que yo le abandone con tal de no reconocer que su amor ha muerto.
Cuando mira el paisaje en el que yo habito, tan sólo alcanza a ver una roca desierta en mitad del océano.
Tiene tanto miedo a su inocencia que se declaría culpable de cualquier crimen que no hubiera cometido.
Lo más hermoso y humano que posee, es su propio miedo a parecer
tan frágil como en realidad es.
Siempre que me llama es para decirme adiós, y cada vez que
tenemos que separarnos llora como un niño desconsolado.
Vivimos lo mejor de nuestras vidas en un momento, nos hacemos
eternos en un instante, y el mundo nos parece un planeta lejano,
cuando abrazados somos dueños de nuestro fugaz destino.
Ese amor secreto, prohibido, imposible, en su locura, su fe ciega, es
más puro e intenso que todo el amor que puedan acumular las
caricias de una vida compartida.
Ninguna sombra ha brillado tanto como la sombra en la que, por
amor, he sido confinada.
Tiene sus ojos las palabras justas.
Si él habla de amor lo haría sin nombrar el amor, a una mujer esa
palabra no le duele pronunciarla.
Sé que no es azul el mar cuando se encierra en un vaso de cristal,
que la luna no siempre es blanca, ni la luz de las estrellas eterna, y
aún así prefiero creerte; sus mentiras no son menos ciertas y hacen
más hermoso este infierno.
Como el viento que precede a la tormenta y agita las finas acacias,
como el intenso olor de la tierra mojada, como un barco a la deriva,
así es mi amor. El deseo que me conmueve.
el vampiro:
Quién pudiera contigo llorar esta pasión, empuñar una lágrima y
disparar sobre Dios.
Foto de : Model Stefan Erik
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