A BELLA ELISA
A ti,
hija mía,
adolescente,
niña desdibujada.
A ti te debo el salir
del redil de lo cierto,
del salón de la razón.
Llegaste reclamando sueños y quimeras,
rompiendo el silencio.
Hiciste volar de nuevo
al viejo dragón escupe-cuentos.
A ti te debo el cielo que surco
y el mar que planeo y percibo.
Tú me alzaste del suelo duro.
¡Volemos juntos!
por los coloridos mundos que pintas.
Con suerte limpiaré mis pies
de cinismo y cenizas.
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