LIMITO CON LA ZAFIEDAD
a José Luis Sampedro
La capital de mi país
se llama Cultura
y todo el mapa político
de mis entrañas
está aún teñido de rojo
con la sangre de Lorca
tan eterna.
Las carreteras de mi carne
van siempre hacia el sur,
hacia un florido carmen
y no hay iglesias
en los pueblos de mi fe
sino bibliotecas abiertas.
La frontera de mi cuerpo
será la muerte,
pero no desembocan en el mar
los ríos de mi memoria
que nunca bajan vacíos,
sino preñados de poetas muertos
y versos arrojados a la hoguera
de la estulticia que siempre
parece quedarse con hambre.
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