miércoles, 19 de abril de 2017

Benita Peredes





No te pierdas entre las rocas de la gruta, sigue la luz, sigue adelante, avanza
No dejes de creer en las inmensas posibilidades.
                       
Corrí tras lo desconocido, por arenas movedizas, en playas empedradas, en risco perfilado, 
abismos infinitos, me detuve en los márgenes del abismo, sintiendo la brisa del mar ausente,
Sintiendo la sal en los labios, la arena en los dedos, recreo los recuerdos de la infancia, 
como trazos bruscos y toscos, efímeros en su motilidad, me vuelco a la felicidad soledad, 
esa en la que habito libre y dueña de mis partes vitales.
La memoria es una arista de colores que divergen, volátiles nubes que humedecen todo,
 renuevan las verdes praderas del presente tiñéndolas de esperanzas; no quiero más arcoíris de mentiras,
Quiero la verdad desnuda y cruda, danzando en mi patio trasero, jugando con las rosas y las orquídeas,
revoloteando  en mis hamacas, buscando mis helechos.
Quiero sentirte tan cerca que mi alma tiemble en plena oscuridad, 
no quiero la orfandad del pasado, quiero tu mano guiando mi sendero empedrado,  
necesito tus pasos en la incertidumbre de la espera, en mis terribles momentos erráticos,
 y sobre todo en la mesa de mi hogar, sentado cobijando. 
Buscar el sinsentido de las cosas es más fácil que cruzar a nada el atlántico, pero

Ahora tengo la certeza de la libertad que solo tú Señor nos das.



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