ME HABLABAS y ME HABLABAS
Me hablabas y me hablabas,
mientras llovía,
de las excelencias de la vela,
de amuras y drizas
y demás nomenclatura misteriosa
para una sirena varada como yo.
No entendía ni entiendo de lescas ni de llenos
y la cabullería me sonaba a mucho lío:
ahora ya puedo decírtelo.
(Lo único que supe entonces
es que más tarde estaría contigo
en la cresta de una ola).
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