Para qué la poesía
Para todos y por todos
“La poesía debe ser hecha por todos”. Insistía Lautréamont, reencontrándose con afluentes de antiguos proverbios africanos como el que nos recuerda Gustavo Pereira: “El hombre se hace hombre por los otros”. En efecto, Carlos Yusti observa que la sentencia de marras alude a un sentido más vital que literario: “La poesía como una manera de obrar y hacer (ético y estético) en la vida ordinaria”. Juan Calzadilla, al respecto, apunta: “La poesía como actitud transmisible, como género cotidiano y como actividad pública de los sentidos necesita de la presencia de un autor anónimo que vuelva realidad el postulado según el cual la poesía debe ser hecha por todos, aunque sea UNO solo quien finalmente la haga.” La antigua nostalgia de una poesía hecha por todos y para todos, tal como lo enfatiza Octavio Paz, “conciencia histórica, conciencia de la separación y tentativa por reunir lo que fue separado... Poesía, momentánea reconciliación: ayer, hoy, mañana; aquí y allá; tú, yo, él, nosotros. Todo está presente: será presencia.” A modo de cuerpo místico creador, donde unos militamos ante aquellos triunfantes, gozosos o purificantes. Visión del mundo comulgatoria, dentro de una Sociedad Anónima o Comunión Poética, auténtica Poesía Colectiva o Poesía, Sociedad Anónima integrada por los poetas que fueron, que son o que vendrán.
Si el hombre se hace y crece en comunión con los demás hombres tal como se nos ha repetido, con mayor razón los poetas en Comunidad Poética enarbolan una Conciencia Colectiva, hermanados en una tarea común de liberación: “reivindicando las potencias del arte, de la poesía, en su sinceridad, en su capacidad de cuestionar, de descubrir, de proponer, de exaltar, de sublimar a los seres humanos y de ayudarlos a vivir la vida como belleza, como don de la providencia, como obra del amor por la humanidad y del trabajo.” Copartícipe de una misma experiencia cósmica, de un cósmico dolor, el poeta desemboca en una convivialidad creadora; expresándose en el lenguaje de la tribu de que nos habla Albert Béguin, ligando indisolublemente su destino individual en el destino de los demás. El poeta, en unidad cósmica, da expresión al espíritu de su pueblo, como lo aconseja Jacquetta Hawkes, porque “hubo una época en que la poesía era del pueblo. Hasta que no vuelva a ser del pueblo, la poesía no volverá a ser la poesía.” (Jaime Jaramillo Escobar).
“La poesía reafirma siempre, es su misión, la integridad, la autonomía, la dignidad del ser humano. Si la poesía lograra un día vencer su batalla, si llegara finalmente a salvar el alma humana, si un día la unidad de las creencias, la primacía del espíritu fuera aceptada por todos como regla fundamental de cada sociedad, la poesía habría ganado su batalla y las dificultades morales que siempre han dividido a la humanidad tan trágicamente al fin se resolverían... Los modos de la poesía son infinitos, tantos cuantos son los poetas del pasado, de hoy en día y del futuro.” (Giuseppe Ungaretti).
Definitivamente, aunque sea uno quien finalmente la haga, la poesía debe ser hecha por todos. (Lautréamont). Un poema es una suma de hombres y una combinación de palabras. (Homero Aridjis). Los unos somos otros. Solos, no somos nada, nadie; juntos, inmortales. En el interior de cada hombre están todos los hombres. (J. M. Briceño Guerrero). El otro Borges que es y no es Borges sabía perfectamente que todas las obras son obra de un solo autor intemporal y anónimo dentro de “la utopía del libro infinito ya escrito o del libro que por otro uno escribe o por uno otro termina”. O como se lo pregunta Mario Benedetti: “Quién hubiera dicho/ que estos poemas de otros/ iban a ser/ míos... quién hubiera dicho/ que estos poemas míos/ iban a ser/ de otros.” En verdad, la poesía debe ser hecha y hecha por todos y para todos.
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