A lo mejor quedan aún
muchas cosas por celebrar,
muchas caricias por abrigar,
amaneceres cegadores rompiendo mi retina,
pero si no llegan,
aceptaré que no hay nada que esperar.
Imaginaré los besos de quién no está
y de quien nunca estará.
Me sumerjo en el invierno con el vértigo
de saltar al infinito de la incertidumbre...
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