lunes, 2 de abril de 2018

Francisco Javier Romero Alanzabes




Imaginemos. Creamos. Sintamos. Juguemos a ser mayores,
a pintarnos la cara con las huellas de nuestros dedos.
Miremos el tiempo pasar,
la vida avanzar,
la mañana llegar.
Arropemos la tristeza al instante,
al momento,
soplar palabras de respeto al viento. Cuidemos los planetas que hicimos con nuestras manos,
los universos que nos dimos,
las esferas infranqueables que nos prometimos.
Crucemos la frontera de la locura,
de la cordura, de la ternura,
de la dulzura, una a una.
Escribamos, leamos, amemos. Durmamos, queramos y podamos, que no sea fácil conseguir los objetivos que propongamos.
Echemos gramos de confianza en los ríos llenos,
en las aguas turbias,
en los montes nevados.
Cantemos coño, sin lluvia, con frío, cuando sea,
cuando nuestra voz se muera de ganas de hacernos temblar. Coloreemos paisajes de fábula, saquemos los corazones sanos. Odiemos los daños,
supongamos que seremos eternos. Crezcamos juntos, besemos, toquemos, abracemos.
Bebamos juntos.
Rocemos nuestros cuerpos, acariciemos las pieles,
hagamos como que cada día es una nueva oportunidad de mirarnos. Andemos al invierno,
zambullemos nuestros pelos en el mar,
robemos el estrecho que separa nuestros labios.
Hagamos y practiquemos los verbos de tus versos,
hagamos un consenso y un pacto, acerquemos posturas,
con besos.

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