El silencio plano y sin curvas,
aparece lentamente,
en la deidad que se rinde,
culto a la oscuridad de tus ojos.
De rodillas venera la tierra al cielo,
a ese vientre que te aguardó,
producto de un milagro preconcebido,
para que diez lustros después,
tu piel y la mía se fundieran
entre amaneceres de albahaca,
entre polvo de trigo y canela en rama.
-Bendigo al ruiseñor y al cuervo,
testigo de mis cantos de sirena-
Imagen de la red.
a ese vientre que te aguardó,
producto de un milagro preconcebido,
para que diez lustros después,
tu piel y la mía se fundieran
entre amaneceres de albahaca,
entre polvo de trigo y canela en rama.
-Bendigo al ruiseñor y al cuervo,
testigo de mis cantos de sirena-
Imagen de la red.
No hay comentarios:
Publicar un comentario