miércoles, 25 de julio de 2018

Ana Vivero Megías.



A veces lloro
sólo por la necesidad
de meter el mar en mi alcoba
y escocerme las heridas

Me lamo de pies a cabeza
y mi lengua va dejando desnudas
las cicatrices que nacieron sin mi guerra

Son días en que añoro
la tormenta sobre las olas
el rugir del mundo
el desbordarse como tsunami
de la contenida tristeza

Hay tanto dolor
en los abisales mares de uno mismo
que ni siquiera llega
la luz de la luna a reflejarse
en la superficie de la pena

Escucho a un pez cojo
intentar nadar cerca de mí
en la oscuridad,
él tampoco sabe hacer malabarismos.



La imagen puede contener: natación, océano y agua

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