miércoles, 18 de julio de 2018

María Ángeles Lonardi






ÍTACA

Cuando un día emprendas tu viaje,
más allá del sur encontrarás un baluarte
de recuerdos, de soles de nostalgia
contenidos en un abrazo
y podrás sentarte a contemplar sereno,
a la vera del camino recorrido,
los éxitos y los fracasos.
Inspirar profundo y contener el aire
hasta reconocerlo, hasta saberlo tuyo.
Abrirte y en cada revoloteo de palomas,
dejar que se te escape el alma
y sentir un escalofrío que sube por la espalda
para dibujarte en la boca una sonrisa.
Reconocerás entonces
esa Ítaca que estabas buscando…
Y al llegar la mañana
el sol partirá en dos el horizonte,
te cegará los ojos, inclemente y vil
pero podrás dejarte caer sobre la hierba
después de haberte comido el mundo,
después de haberte dejado la piel
en cada beso, en cada batalla, en cada llanto.
Podrás dejarte caer mientras el destino
se hace mueca, se hace cobijo
agazapado y sonreirás de espaldas al ayer.
Sabrás que has llegado,
oliendo a tu tierra, a ti mismo,
más allá del sur, mas allá de una mirada.




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