FLANCOS CUBIERTOS
El enemigo vuelve
de las sombras a mis caderas,
al camino estrecho de mi cintura.
El sexo y las pupilas se dilatan,
un polvo más en la recamara.
La última bala aún bucea
entre mis piernas y huelo a pólvora.
Huelo a él,
a mí,
huelo a batalla.
Shhhhhhhh
Dejad que el amor duerma.
©Fotografía de Antonia María Peralto
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