domingo, 29 de julio de 2018

• Rosario Troncoso González •



Cien musas diminutas
A lápiz crecían versos orgánicos,
sin otro ritmo que el de los latidos.
Dueñas absolutas de cada poema
cien musas diminutas,
bellas hadas púberes, invitadas
a la hora del café,
ensayaban bailes en servilletas.
Aún hay restos de azúcar,
entre sílaba y sílaba.


(De El Eje Imaginario, Ediciones en Huida, 2012).



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