martes, 7 de agosto de 2018

©Anabel Cáceres

ACEPTACIÓN


Me voy acostumbrando al silencio,
a las palabras no dichas por miedo,
al vaivén de mi suspiro al viento
sin que vea la luz de la esperanza.
Me voy acostumbrando a no esperar
cuando las zancadas a la vida te retan
a seguir paralela a lo cotidiano,
a dejar pasar los días y meses sin desear más.
Me voy acostumbrando al quejido pausado
a las idas y venidas del dolor que se aloja
hasta hacerse parte de mi cotidianidad.
A los oídos sordos a penas ajenas
cuando tu oyes con necesidad de paz,
al abrazo que no llega, ni llegará.
Me voy acostumbrando a mi perturbada mente
a la niebla que inunda mis ojos
cuando se ahogan entre gotas de sal,
al deseo de encontrar la soledad
hacerla mi lecho y reposar hasta el final.
Me voy acostumbrando a esta vida loca,
al desamparo de las prisas,
a desatornillarme del mundo
para envolverme en mi foso,
en mi refugio de seguridad,
a mi gente, a su amor, que son mi verdad.
Me voy acostumbrando a dejarme desacostumbrar.


©Ilustración de Andrea Casares Quiroga







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