miércoles, 29 de agosto de 2018

Fabiola Rubio



Las palabras de tus ojos
resbalan sobre un río de tinta negra
tiñendo la blancura de tu rostro
camino del entierro del silencio
que vive en el escaso margen de tus labios.

Sé que no hace falta que me hables,
que ni tu cuerpo haga gesto alguno
para saber(te) cuan tristeza
está ahogando(te)
Solo me queda abrazar(te) cuanto sientes.

Te siento vulnerable,
es más tu mirada me deja hasta sin aliento,
es reflejo de tu alma blanca
preciosa gema pura como un diamante
destello inconfundible de luz radiante a pesar de su llanto...

La infinidad del tiempo
se ha parado, justo en el quicio
de nuestra vida, cuyo aposento
está inmerso en emociones cálidas
pero tan perdidas ahora en la profundidad de tu desdicha.

Espero que regresen salvos de la zozobra,
que el mar azul que en ellos vive
vuelva a ser la esencia de tu preciosa forma
de amar la vida,
porque con ellos siempre hay un principio y nunca un final.



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