miércoles, 14 de noviembre de 2018
Adolfo López
SALADA MEMORIA
Soy olvidable, febril y de escasos amores.
No supero mis fobias y aún alzo mi boca abierta al cielo cuando llueve.
Ahora, los días acaban antes y yo muero antes; sobre un laberinto visitado que no entiende mi estático silencio.
Canto a las hojas bajas del castaño y la noche es pulso que excava mi voz y ciega la brisa.
Todo late con miedo, y en mi salada memoria, aparece la corriente del tiempo, el charco sin palabras, y me hace ver, que todo está bien; que ahora puedo atravesar el derrumbe del lamento.
Escucho mis pulsos, y la velocidad de mi piel es una hoja vacía de color, como un destello gris en mi tormenta.
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