Me has enseñado a mirar
de frente a la vida, a la gente.
Me has regalado instantes
de generosidad, de lucha, de paz.
Trabajas duro
por un mundo mejor, honesto
y seguro.
Te desarmas ante la injusticia
y peleas como el que más,
sin abuso ni envidia,
sin desgana ni malicia.
Eres arma, escudo, espada, armadura en forma de sonrisa, cariño, abrazo y lucha.
Así eres tú y así me enseñas a ganarte día a día, con vida, la vida, mi vida.
Me despiertas con amaneceres renovados,
alimentas las ganas de renovarte,
descansamos en las tardes en el filo del ocaso, y es en las noches donde descubrimos la pequeñez de lo andado.
Esta es la vida, una ínfima sensación al despedir el día...
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