lunes, 28 de octubre de 2019

Juan Risueño Lorente




MANOS DE HIERBA


Con las manos desnudas
en el cielo profundo
paseamos sin ruido
por las calles que se quiebran.
Apenas en la boca el NO expreso
que balancea tu alma inquieta
bajo verdes que labran
caricias de seda.
De mi mano a tu mano
el corazón ampara
al adentro que abisma,
a la soledad que ruge
entrelazando al fin
los sueños a tientas.
Abrazo tu boca, tus ojos, tus manos de hierba,
y detrás de mis huesos rotos, de quemaduras ciegas,
me nace la extraña blandura
de amarte la inocencia,
amarte cada arrullo
desprendido de la piedra.

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