La pena es tan muda
Como aquél niño que vagaba por el pastizal
Y se adentró en el bosque, se acostó y encontró sumideros
Donde sentarse con los pantalones mojados dos veces,
Pálido como Jesús en la cruz
Con pestañas blancas
Y ojos rojos y un sexo monstruoso
Que arrastraba en pañales.
No podían dejarlo en ningún sitio,
Entraba y salía del granero
Con un palo para pegar a las gallinas, y los dientes
Tan bellos, como en la tele,
Enamorado de velas y fogatas. Dios mío,
Ese niño repugnante corría hacia la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario