Verónique Tadjo (1955), poeta costamarfileña, ha sido ganadora de numerosos premios literarios. Siempre comprometida con la causa panafricana, participó junto a otros poetas y novelistas africanos en el proyecto «Ruanda: escribir por el deber de la memoria», que en 1998 denunciaba el horrible genocidio que se estaba produciendo en dicho país, donde la población civil quedó vergonzosamente desasistida por la comunidad internacional. De esta experiencia que la marcó de por vida, surgió su libro L’Ombre d’Imana, un diario de viaje por la Ruanda del desastre. Aunque ha publicado apenas tres poemarios, todos ellos han sido alabados por la profundidad de sus meditaciones acerca de la soledad y de la muerte.
Las semillas de soledad
Las semillas de soledad crecen en mi cuerpo y un árbol de espinasme hiere sin cesar
las semillas de soledad fecundan mi alma
con campos por desbrozar, con germinaciones interrumpidas
las semillas de soledad crecen más rápido que el tiempo…
las semillas de soledad se hunden mil leguas bajo tierra
y el viento murmura historias de soledad que
hablan de la brisa, del soplo del mar
del eco de las montañas y del ruido de la lluvia
cuando suavemente la tierra se pone a vomitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario