miércoles, 27 de mayo de 2020

Marta Pumarega Rubio




Fuiste el idioma
esclarecedor de la duda,
un beso extendido
en mi carne devastada,
la luz encendida
en la casa de mi infancia,
el azul del cuadro.

Yo fui
la escalera ascendente
por tus costillas,
el aire en el cristal
del Empire State,
la tierra donde se clava
la bandera del Annapurna,
una pluma de cisne negro
a ocho mil metros de altura.

Lo subí todo para alcanzarte.
Para que al final
me dejaras caer,
como un árbol,
traicionado por el viento.


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