Eres como la luz, inaprensible.
Vives donde se posa mi mirada
en íntima emoción de la belleza
o en el grito lanzado a la injusticia.
Y te siento correr entre mis venas
siendo sangre en mi sangre
y me digo:
ya es mío.
Pero es en el intento de apresarte
y plasmar tu latir en mis palabras
que, esquivo, te diluyes en la bruma.
Y no logro expresar más que la sombra
de un poema perdido en signos rotos.
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