Un viejo deseo:
Yo, sin nombre ni apellidos,
y ya, sin embalajes, desnuda el alma,
caminar despacio por el roto paseo de los castaños,
aquel de los sueños retenidos,
y mirar como planean en otoño
las hojas secas que se descuelgan de los árboles
antes de reposar suavemente sobre el suelo húmedo
Sentado a la sombra de un castaño joven,
sí, de esos que aún quedan vivos,
que se me llene el corazón de sentimientos,
pensamientos que lluevan de los cielos,
y que establezcan su morada allá en mi alma.
Entonces nacerá un verso, un grito que sonará como un eco
¡Estás vivo! ¡Recuérdalo!
Y yo me estremeceré
como si despertara aletargado
y abriré los ojos espantados
para contemplar un rayo de sol, solo uno, que se cuela entre sus hojas
"De la percepción de la lluvia y otros poemas"
ED. NIEBLA 2019
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