Con las manos entrelazadas,
mirando en una misma dirección,
el tiempo y el mundo se detienen
porque ya no queda trecho para caminarlo.
El calor de la presencia,
la mirada y el contacto
el silencio de las palabras
todo ello ha desaparecido junto
con el latido de lo amado.
Se añora, se imagina
el rubor de la piel
cuando te asalta la mirada.
Un gesto de amor,
pequeño o grande y su ternura...
Un proyecto de ilusión,
un deseo, una esperanza
un pedir que enmudezcan las palabras porque han empezado a dialogar las almas.
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