Dándole la bienvenida
a la primavera estoy, sentada.
Siento la brisa de la tarde
mientras veo caer
los delicados pétalos
de las frores blancas del ciruelo
que me alfombran el suelo
y el ánimo.
Las abejas, las avispas
y demás insectos
juguetean a su alrededor
y junto al sol,
que lo ilumina todo,
paran el tiempo, mi tiempo,
mi mente y mi cuerpo.
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