jueves, 27 de mayo de 2021

Lluïsa Lladó




Te quedas boquiabierto

mirando hacia la puerta,
esperando la entrada triunfal
de algún fantasma.
Cobijo de un adverbio
que deja paso al aire.
Es tan fugaz esa corriente
que la bombilla guiña su hebra
en un silencio de negrura
y conversamos con esos celestes,
profanadores del sueño.
El amor tiene algo de intangible,
con los años conoce el olor de pies
y el aturdimiento del espíritu que flota.
Las rosas que se quedan muertas
dentro de los frascos de perfume,
las citas que ilustran célebres
como epitafios en las tapas de Danone.
Y un agujero en la femoral
producto de mi adicción al poema.
Sólo fe de astronomía y una rótula
ajoblanco.
Decidas lo que decidas.
Siempre apoyaré a tu arsenal de espectros.
Porque la felicidad es lo único
que importa para los que amamos de verdad
aunque me quede con la soledad
de los mosquitos
y un timbre mudo.
Aunque te quedes
y te proteja de la lluvia
cómo tú hiciste con mi corolario.

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