miércoles, 19 de mayo de 2021

Rosana Acquaroni

 




HAY VENTANAS QUE PUEDEN HABITARSE
como se habita una ciudad.
Hay escenas que encienden una vida y vidas
que encienden una muerte
mientras duran.

Tan sólo fue un instante.
Después
aquella imagen fue quedándose atrás
y tuve la certeza
de que ella misma había consentido en su muerte.

El sacrificio es siempre
una forma de venganza.

En la noche anterior
él le había prometido llevarla a ver el mar.

La ventanilla de un tren puede contener
el mundo en un instante.

Después de golpearla
ella cayó de rodillas ante él mientras él la miraba
y su mano homicida se abría sin querer
y la piedra sangraba
se dejaba caer
se despeñaba talud abajo.

Me pregunto cómo se conocieron.
En dónde enamoraron.
Si ella sabía coser.
Si habría criaturas esperándola.

No pude decir nada.
Asistir al fragmento de la vida de otros.
Sentir la cercanía
de un cuerpo malogrado.
Ver cómo me alejaba
y mis ojos sin tiempo querían estirarse,
detenerse
comprender.

El tren seguía su curso.

(Un hombre solo que planea una muerte en campo
abierto. Alguien que casualmente miraba en ese instante
por la ventanilla de un tren y lo contempla. Eso es
todo.)

***

No hay comentarios:

Publicar un comentario