La puerta de mi habitación
ya no tiene espera
por tu llegada,
ya no sabe del ruido
de tus pasos a horas imprecisas.
La puerta de mi habitación
ya no se queda entreabierta
tras colgar de su pomo
las ganas de la lentitud
y la velocidad de nuestras ganas...
Cuando llegues a mí,
ya no estará mi corazón
ni la llave que la abría de par en par.
Ni aquel amor de enero
que se abrió con la pasión de Julio.
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