Primero fui luz,
luego sombra.
Ahora soy un cuerpo
que la espesa bruma cubre
hasta hacerse invisible
a tus ojos.
Ni mi dolor ni mi risa bastan
para que quieras
buscarme el alma a tientas.
De lejos respiro
las horas que no me das,
ahogada en la impotencia
de perderte.
Te alejas inevitablemente
mientras yo caigo al vacío
del olvido que aún me niegas.
Tu silencio, cortante y frío,
se ha adueñado
de la eterna espera
y cristales de hielo
han sepultado mis mejillas
una vez más.
El abismo de tu ausencia
se ha abierto ante mis pies.
Irremediablemente
me rindo a la evidencia
de que amar no es suficiente
cuando la realidad
te aplasta las ganas.
Abismo. Lucía.
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