lunes, 20 de septiembre de 2021

Silvia Cuevas-Morales

 




A Víctor Jara

Creyeron que al romperte los dedos acallarían tu canto,
que el miedo vencería sobre el recuerdo.
Que borrarían tu rastro a golpe de culata,
que las piedras de un río innombrable
harían desaparecer la sangre de tu gente,
y la dignidad y fuerza de tus versos.
Pero lo que sus malvados
e insignificantes cerebros jamás supieron,
fue que tu canto, compañero,
florecería para vivir eternamente
en la garganta y en las guitarras del pueblo.
Cuarenta y cuatro disparos a bocajarro.
Cuarenta y cuatro palomas
que emprendieron el vuelo.
Cuarenta y cuatro estrellas
que aún brillan en el firmamento.

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